Estaremos bien

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Capítulo 59• (final parte 2/2)

Karol

Sentir después de tanto los suaves labios de Ruggero sobre los míos es una sensación tan placentera y deliciosa que no quiero dejarlo ir nunca más, pero otra vez, él parece pensar otra cosa porque se separa.

-¿Qué estamos haciendo?

-Solo disfrutar, nos debemos tantas cosas Ruggero, sufrimos mucho no hagamos tantas preguntas -y no necesitó más para tomarme desde el cuello y volver a unir nuestros labios ahora en un beso más desesperado.

Sus labios calientes bajan por mi cuello dejando besos y posibles marcas pero no me importó, nada importa ahora.

Estiro un poco mi mano y cierro la puerta con seguro, no quiero que alguien se lleve una sorpresa aquí.

Sus besos se cortan cuando llega al escote de mi vestido, y con mi ayuda me lo saca, con cuidado porque por más que estemos desesperados sabemos lo mucho que costaron nuestras ropas, no podemos darnos el lujo de simplemente arrancarlas, bueno y además debemos volver a salir con ellas.

El silencio es ocupado por nuestras respiraciones y jadeos, mi cuerpo reacciona mediante escalofríos cada vez que Ruggero recorre cada parte con sus grandes manos, su toque quema y me gusta.  Me quito los zapatos mientras el sigue besando mis labios y caminamos hasta que choco contra una mesa, sus manos suben a mis muslos y con fuerza me sienta sobre aquella mesa provocando que caigan algunas cosas que habia en ella, pero no pudo importarnos menos. 

Mis manos viajan hasta la camisa, él ya no tenía su saco azul así que comienzo a desprender cada uno de los botones mientras siento sus ojos marrones fuertemente sobre mí. Sus labios se curvan en una sonrisa, alzo mi vista una vez que termino con los botones y frunzo el ceño.

-¿Que? -pregunto ya que no me dice nada.

-Te ves linda con tus mejillas rojas mientras intentas mantener la paciencia con mis botones -habla mientras se quita por fin la camisa tirandola al suelo.                                                                                  
-Bobo -rodeo su cintura con mis piernas y lo atraigo a mi otra vez capturando sus rojos labios algo hinchados por tantos besos y mordidas suaves.

Él mueve un poco sus caderas permitiéndome sentir lo duro que está y eso me hace soltar un gemido bajo, casi inaudible. Suelta mis labios y continúa con mi cuello, desabrocha mi brasier y con su legua recorre mis pechos, lamiendo, chupando y moriendolos mientras tiro mi cabeza hacia atrás sintiéndo cada mínima cosa que él haga, todo tan diferente pero a la vez tan familiar.

Cada toque que me recuerda a esas noches de sexo desenfrenado que teníamos en mi habitación, las veces que nos escabullimos en lugares en dónde claramente no se permiten practicar ciertas cosas, siempre cruzando lo obsceno pero sintiendo el amor en la piel, con miedo, miedo a sentir más de lo que debíamos.

Todas esas tardes que buscábamos cualquier momento para tocarnos y entre risas besarnos. Esos días que solo necesitábamos hablar y aún así nuestras charlas terminaban en manos traviesas explorando el cuerpo del otro, queriéndo quedarse ahí por siempre, tatuar mi mano en su piel, mis besos en su cuello, mis palabras en su alma. Queriendo ser todo, queriendo a la vez ser nada y terminar confundidos, haciéndonos daño sin saberlo, alejándonos por mas  unidos que estén nuestros cuerpos.

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