Año 226 de la Cuarta Edad.
Era un día glorioso en el reino de Mytitur. La noticia de que el rey Bakugou Katsuki regresaba victorioso tras una ardua campaña bélica resonó como un eco jubiloso en cada rincón del reino. La capital desbordaba de alegría; una sinfonía de risas y gritos eufóricos llenaba el aire.
Los niños corrían desenfrenados por las calles empedradas, los hombres levantaban jarras de cerveza bajo el sol del mediodía, y las mujeres, con flores en el cabello, danzaban con una gracia etérea en las plazas. Todos se congregaban ansiosos en la calle principal, sus miradas fijas en el horizonte, esperando vislumbrar la imponente figura del rey.
En medio de la bulliciosa multitud, un joven omega de dieciséis años con cabello verde se destacaba. Izuku llevaba una camisa blanca de manga larga que se ajustaba perfectamente bajo un elegante chaleco verde con botones dorados. Sus manos estaban cubiertas por finos guantes de tela, y sus pantalones azul oscuro terminaban en unas llamativas botas rojas que resonaban con cada paso.
A su lado, su enérgico hermano de la misma edad, Denki, con su melena dorada ondeando al viento, lo arrastraba con entusiasmo. Denki vestía una camisa beige de manga larga, cubierta por un jubón marrón que destacaba por su sobriedad. Un fajín de colores cálidos ceñía su cintura, combinando con sus pantalones marrón oscuro y unas resistentes botas negras.
La sonrisa radiante de Denki iluminaba su rostro, y su entusiasmo era tan contagioso que parecía casi palpable, creando un contraste vibrante con la tensión que se avecinaba.
La ciudad entera vibraba con anticipación, como si el aire mismo estuviera impregnado de la promesa de la gloria y el triunfo que el regreso del rey traería consigo.
–¡Vamos, Izuku, tenemos que encontrar el lugar perfecto para ver! –exclamó Denki, sujetando con firmeza la mano de su hermano mientras ambos corrían con entusiasmo desbordante.
–¡Ten más cuidado, Denki! Podrías chocar con alguien –advirtió Izuku, vigilando con atención los alrededores para evitar cualquier colisión en el bullicio que los rodeaba.
Un hombre mayor, observando la precipitada carrera de los jóvenes omegas, decidió jugar una travesura. Cuando los dos pasaron corriendo junto a él, extendió el pie justo a tiempo para que Denki tropezara y cayera estrepitosamente al suelo, arrastrando a Izuku consigo en una confusión de extremidades y polvo, como marionetas atrapadas en un torbellino de malicia.
–¡Denki, ¿estás bien?! –exclamó Izuku, su voz temblando de preocupación mientras se levantaba de un salto–. ¡Te advertí que tuvieras más cuidado!
Denki, con el rostro cubierto de polvo y tierra, levantó la mirada. Sus ojos reflejaban tanto el dolor como la confusión.
–Sí... pero eso dolió –dijo, frotándose una mejilla magullada–. No entiendo cómo terminamos así en el suelo.
Apenas los jóvenes se desplomaron sobre el suelo, el ambiente se tornó cáustico. Las miradas de desprecio se clavaron como aguijones en su piel, mientras las risas, crueles y estridentes, desgarraban el aire en un torbellino de burlas. Los dedos acusadores apuntaban hacia ellos como lanzas en un antiguo campo de batalla, mientras las carcajadas penetrantes cortaban el aire con su ferocidad.
–¡Miren a esos dos inútiles, retorciéndose como simples gusanos! –exclamó una voz desde el tumulto, ahogada por la risa que brotaba sin control desde lo más profundo de su garganta.
Rodeado por una maraña de personas que no vacilaban en señalarlo y humillarlo, Izuku dejó caer su mirada hacia el suelo, sintiendo el peso aplastante de la vergüenza que se cernía sobre él como una losa de piedra. Sus hombros, ya débiles, se doblaban bajo la carga de la humillación colectiva.
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Fantasía de un Soberano [Katsudeku-Omegaverse] En Edición
FanfictionBakugou Katsuki, rey de Mytitur, ostenta el liderazgo sobre el reino más prominente y avanzado del continente. Su dominio se destaca en todos los aspectos, desde la magia y la arquitectura hasta las armas, consolidándolo como una superpotencia. El r...