Cap 43: ¿La Muerte me Sienta Bien?

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Después de todo un día de lucha finalmente la noche cayó, la luna brillaba en su máximo esplendor en el oscuro firmamento decorado hermosamente con un sinfín de bellas estrellas, cada una titilando en tiempos distintos solo para atraer las miradas de las personas en tierra quienes quedaban embelesadas con tan hermosa vista.

Parecía que se sería una noche tranquila en el Reino de Mytitur. Por fin había algo de paz como para dormir plácidamente sin temor alguno de que las Sombras aparecieran en medio de la noche y causaran un baño de sangre, ya que después de los eventos sucedidos en Arlabor se esparció rápidamente el rumor de que Bahrahgol, El Dragón de la Furia Escarlata, destruyó por completo el campo de la ciudad mencionada junto con los seres de la oscuridad a los que se enfrentaba.

Era una noche tranquila donde solamente reinaba la calma y el silencio.

Sin embargo, la tranquilidad no llegó al lugar donde ciertos sucesos están por acontecer.

Los Pináculos de la Muerte, una zona de altas y peligrosas montañas donde habita toda la clase de monstruos abominables. Un lugar de tierra árida donde no florece vida, donde los rayos del sol no llegan al ser estos obstaculizados por gigantescas nubes negras, siendo la única luz natural que era permitida en ese sitio era la de la misma luna, la cual bañaba la tierra con su luminosidad como todas las noches.

Aquel peligroso lugar no solamente era el hogar de incontables criaturas, sino también el hogar de los peores seres que existen sobre la tierra. Aquellos que a lo largo de las Cuatro Edades aterrorizaron al mundo entero, las Sombras, quienes son autores muchos actos malévolos como el derramamiento de sangre causado por innumerables masacres, destrucción de reinos enteros y absorciones de almas de gente inocente.

Aquellos seres oscuros se establecieron en los Pináculos de la Muerte desde que llegaron a invadir Mytitur y es en ese lugar donde construyeron su fortaleza.

Esa noche a la luz de la luna, un gigantesco dragón, también conocido como la Bestia de la Llama Roja, volaba a gran velocidad a dicho lugar mientras sentía como su sangre hervía por la ira que en él residía. Sus potentes rugidos alertaron a todas las criaturas de su llegada haciendo que huyeran aterradas de lo que se avecinaba. La destrucción total.

Cuando Katsuki llegó a su destino se elevó al cielo mediante giros y maromas alcanzando así grandes alturas y cuando ubicó a su objetivo descendió como bala de cañón solo para caer sobre el castillo de las Sombras.

Katsuki dejó caer su gigantesco cuerpo de dragón sobre aquella fortaleza causando un estruendo tan fuerte que las montañas cercanas se vinieron abajo en solo un segundo.

Una vez que redujo la fortaleza a unos insignificantes escombros se levantó del suelo, comenzó excavar y olfatear en la tierra para buscar en las recientes ruinas algunos de los residentes de ese castillo. Sin embargo, por más que buscó, por más que excavó y olfateó no encontró nada.

Al parecer, las Sombras ya habían abandonado el lugar y puede que desde mucho antes de que intentaran destruir la ciudad de Arlabor. Eso enfureció tanto al dragón que en un arremate de furia se descontroló totalmente.

Usando sus propias garras, cola y alas, Katsuki comenzó a destruir a todas las montañas a su alrededor haciendo que enormes trozos de piedras volaran a todas las direcciones, creando a su vez grandes nubes de polvo que empezaron a cubrirlo todo. Pero no paró ahí, no estaba satisfecho aun, la ira que nació por lo sucedido a su amado prometido no iba a desaparecer tan fácilmente.

Siendo impulsado por la furia, Katsuki lanzó su colosal cuerpo de dragón hacia todo lo que veía, montañas, colinas, monstruos; creando a su vez temblores tan fuertes que la tierra empezó abrirse.

Fantasía de un Soberano   [Katsudeku-Omegaverse] En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora