Cap 07: Un Mal Comienzo

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Al anochecer, Bakugou estaba reunido en la torre de hechicería con Chiyo para que ella le explicara bien la parte de la profecía que tanto repudiaba.

La bruja reposaba en su silla, con la serenidad de quien ha vivido incontables experiencias, en torno a una mesa de madera tan oscura como las intenciones que la acompañaban. Con manos arrugadas por el peso del tiempo, vertió con precisión un humeante té de hierbas en una delicada taza de porcelana. El aroma a plantas recién cosechadas se mezclaba con el ambiente arcano de la torre, y ella inhaló profundamente, permitiendo que aquel vapor llenara su mente de una paz ancestral.

Tras saborear un sorbo, dejó escapar un suspiro largo, mientras sus ojos centelleaban con el brillo calculador de alguien que ha visto el mundo girar una y otra vez. Los enfocó en la figura bestial que, con esfuerzo, intentaba disimular su naturaleza bajo una apariencia humana. Al otro lado de la mesa, los ojos de la criatura relampagueaban con una ira fría, afilada como el acero al desenvainarse.

El interior de la torre permanecía inalterado desde la última reunión, un espacio amplio y circular que respiraba antigüedad, iluminado por la suave y titilante luz de innumerables velas y candelabros flotantes. Las paredes, recubiertas de estanterías, atesoraban grimorios antiguos de encuadernaciones de cuero ajado. Sobre repisas y mesas, frascos y botellas albergaban líquidos enigmáticos, cuyos tonos claros, oscuros y brillantes reflejaban fulgores misteriosos al contacto con la luz plateada de la luna.

En la chimenea de mármol oscuro, un fuego escarlata crepitaba con una intensidad peligrosa; las llamas, rojas como la sangre misma, arrojaban chispas rebeldes, alimentadas por la madera que consumían con furia. Esa luz brava inundaba la estancia con un aire ominoso. Y en el corazón de la habitación se erguía el objeto más fascinante de todos: un pequeño pozo de piedra con inscripciones arcanas talladas a lo largo de su borde. Vacío ahora, después de que Chiyo había descendido en él para invocar la profecía que tanto perturbaba a Katsuki.

Raramente el Rey Hechicero, Bakugou Katsuki, prestaba oído a las advertencias de sus hermanos menores, pero aquel mediodía, en un momento de vacilación, Shoto y Eijirou le habían sugerido que consultara a Chiyo antes de tomar una decisión irrevocable. El motivo: la incertidumbre sobre el papel del amor en la profecía. Katsuki, sin embargo, tendía a resolver sus dudas con brutalidad.

Cuando, lleno de frustración, expuso sus preocupaciones a la anciana –o más bien, las lanzó con la vehemencia que lo caracterizaba–, ella, con una tranquilidad inmutable, se sirvió una taza de té. Lo hacía no solo para templar sus pensamientos, sino para prepararse a enfrentar a aquel tirano sin perder su equilibrio. Sabía que cualquier encuentro con Katsuki era una batalla con la misma exasperación, y aunque sus décadas de sabiduría le daban ventaja, incluso para ella, a veces resultaba imposible no sentirse afectada por el caos que él traía consigo.

Chiyo depositó la taza sobre la mesa con delicadeza, cerrando los ojos como si el peso del mundo los hundiera. Un largo suspiro escapó de sus labios antes de volver a abrirlos, enfrentando la mirada del rey con una mezcla de cansancio y firmeza en su gesto.

–Así es como funciona –comenzó la Bruja, con un leve tono de irritación que se colaba en su voz–. Para que tu hijo herede todos sus poderes, debe nacer del fruto del amor verdadero.

– ¡¿Pero por qué?! ¡Eso es absurdo! ¿Quieres decir que tengo que enamorar a ese omega?

– ¡Si quieres salvar este reino tiene que ser así! –Dijo ella molesta. Katsuki también estaba molesto, aún no entendía porque todo su reino dependía de algo como el amor.

Chiyo percibió el crujido de los dientes de Katsuki, un sonido cargado de ira contenida y, tal vez, de frustración que lo envolvía como una tormenta a punto de estallar. Observó cómo sus labios comenzaban a moverse, dispuesto a dejar escapar su furia, pero antes de que pudiera hablar, ella intervino con rapidez. Con una voz firme y medida, trató de anticiparse a su rabia, esperando que sus palabras lograran transmitirle la gravedad de la profecía que se cernía sobre ellos.

Fantasía de un Soberano   [Katsudeku-Omegaverse] En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora