Cap 50: Por Amor, la Muerte Será

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Oscuridad. Era lo único que se podía concluir del enigmático entorno que lo rodeaba, del extraño dominio de sombras en donde se encontraba.

En un lugar de paradero desconocido, recóndito, yacía una abrumadora y vacía oscuridad que no conocía límite. El espacio que ocupaba parecía ser infinito, pero solo era eso, un espacio.

Allí no residía la vida, aplicar ese concepto en este caso era erróneo, algo como la vida no pertenecía a este espacio, ya que no existe ni una sola compatibilidad entre la insondable oscuridad y la vida como tal.

Ambos son distintos, ajenos uno del otro. Incompatibles. Sin embargo, de algún modo, pueden subsistir juntos y, al mismo tiempo, separados.

Aun compartiendo ciertas similitudes con el otro lado, este sitio no tiene nada que ver con susodicho. Son dos lugares completamente distintos que lo único que tienen en común es la negrura que ocupa el entorno.

En esta rara zona donde la monumental oscuridad reinaba no había nada, no existía nada. Como si demostrara que originalmente el mundo fue así de desolado y deshabitado.

De hecho, muchos eruditos, filósofos y grandes seres mágicos dotados con sabiduría, pensaron alguna vez que en el principio de todo solo había oscuridad. La nada era lo único que permanecía.

Dejándonos llevar por esta idea podríamos arriesgarnos a decir que este el inicio de los tiempos. ¿El comienzo de la vida, tal vez?

A pesar de que exclusivamente solo la oscuridad ocupaba cada rincón del extraño espacio, como si fuera su fiel residente, es entendible que se acoja la idea de que en ella exista todo lo que se conoce como el mundo.

Si continuáramos escudriñando bajo esta misma línea de pensamiento se podría deducir que el mundo era oscuro y tenebroso en un inicio, lo que posiblemente podría significar que todo lo que surgió después eran impurezas y anormalidades ajenas a él.

Pero incluso en este lugar donde no hay tierra ni mar, ni abajo ni arriba, ni norte ni sur, se guardaba algo en la abismal oscuridad. Sin embargo, eso es extraño y al mismo tiempo, contradictorio.

¿Cómo era esto posible si se supone que no existe nada en este sitio?

No, en realidad no era posible. No hay cielo ni tierra, no hay aire ni oxígeno. Solo oscuridad. Pero aun así, la oscuridad albergaba algo que las tinieblas no podían tocar y eso es una conciencia.

No es tangible, ni visible. Por lo que se puede decir que no existe. No obstante, el concepto de la existencia no posee ningún significado en este sitio, por lo que fue posible que otra entidad se revelara además de la conciencia que apareció con anterioridad con la intención de dirigirse a ella.

«Te amo»

Dicha entidad se manifestó por este medio, se podría decir que era una voz. Una voz que no retumbó en la oscuridad y que cuya sonoridad no estaba destinada para el abismo negro. Pues no hay aire para respirar y mucho menos cuerdas vocales que el inexistente aire pueda hacer vibrar.

Pero aun así de la misteriosa oscuridad emergió una voz, cuyo color y timbre eran más que agradable, no solo para el oído, sino también para el alma. Extrañamente, el sonar de la voz desplegaba cierta calidez de la que se podría ser adicto por su dulzura.

La voz no resonó en la negrura del espacio, la razón de su origen no era para dirigirse a los cúmulos de tinieblas que residen en el vacío de la nada, sino a lo único que podía percatarse de su aparición y esa era la conciencia.

Tan solo fueron dos palabras las pronunciadas, pero fueron dichas con tanto afecto que su significado no podía describirse con un "te amo". El sentimiento iba más allá, mucho más de lo que se podía imaginar.

Fantasía de un Soberano   [Katsudeku-Omegaverse] En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora