En la sala del trono, ahora reducida a escombros y sombras, dos figuras poderosas aguardaban en silencio, observando con gravedad la destrucción que los rodeaba.
Uno de ellos, vestido con un elegante traje negro adornado con enrevesados detalles dorados en los brazos y hombros, mantenía una presencia solemne bajo una capa blanca que caía con peso tras su espalda. La capucha a juego, también decorada con bordados dorados, cubría su cabeza, y el collar tipo bufanda que se enroscaba en su cuello reforzaba el aire de misterio e intimidación que lo envolvía.
A su lado, el hombre que lo acompañaba vestía una armadura dorada tan resplandeciente que arrancaba destellos de luz en cada movimiento, como si el sol mismo se reflejara en su superficie. Dos espadas, envainadas con precisión en su cintura, descansaban a cada lado de su imponente figura. Sus ojos azules, llenos de inquietud, recorrían el salón devastado, intentando descifrar qué clase de combate había tenido lugar allí.
Ambos hombres permanecieron en silencio, pero la inquietud pronto rompió esa quietud. El portador de la armadura, Togata Mirio, General del Ejército Dorado de Mytitur, no pudo contener su asombro y se volvió hacia su compañero.
–¿Qué sucedió aquí? –preguntó con una mezcla de sorpresa y seriedad en su voz, sin apartar la vista de los escombros que cubrían el suelo.
Tamaki Amajiki, el primer oficial del ejército, bajó la cabeza ligeramente, como si la tensión del momento pesara aún más sobre él. Su voz era suave, casi vacilante, mientras respondía:
–Todo es obra de los príncipes... y el Hechicero Real. Tuvieron una pelea antes de la audiencia con el rey.
El asombro de Mirio fue evidente cuando sus ojos azules se abrieron de par en par. Caminó sobre los restos del salón, sus pasos resonando con un metálico tintineo mientras intentaba imaginar el caos de la batalla que había tenido lugar. Sus pensamientos divagaban: quién atacaba a quién, qué motivó tal conflicto... Y entonces, su mente se detuvo en Tokoyami. ¿Acaso había sido acusado de traición por usar su magia contra los príncipes?
Antes de que pudiera expresar sus temores en voz alta, Tamaki lo interrumpió, como si leyera sus pensamientos.
–Tokoyami no usó su magia para dañar a los príncipes durante el combate –dijo, su voz contenida, pero clara.
Mirio soltó un suspiro de alivio, pero el alivio fue efímero. Al notar la tensión en el rostro de Tamaki, supo que las cosas no habían terminado bien.
–Pero... –la voz de Tamaki vaciló, como si las palabras fueran un peso en su lengua–. No tengo idea de lo que ocurrió en la audiencia después de que príncipe Eijirou me ordenara escoltar a Yosetsu Awase fuera de Salazen Kou. Lo dejé a las puertas de su castillo en Mármol Real, siguiendo las órdenes.
Mirio se detuvo en seco. El silencio que siguió a esas palabras fue casi insoportable, como si el aire en la sala hubiera ganado densidad. Tamaki evitaba la mirada de su alfa, su rostro reflejaba una ansiedad contenida, como si no quisiera revelar más de lo necesario.
–Cuando regresé –continuó Tamaki, ahora con un tono aún más débil–, vi al rey marcharse por los corredores traseros. Su Excelencia Iida... permanecía de pie sobre el estrado, pero algo en él...
Tamaki cerró los ojos un instante, tratando de sacudir la imagen de su mente.
–Parecía devastado. Estaba abrazándose a sí mismo, temblando... Su rostro estaba más pálido de lo habitual.
Mirio se quedó en silencio, sus ojos fijos en su compañero sentimental. Aunque no lo dijo, sabía que la visión de Iida debía haber sido más perturbadora de lo que Tamaki estaba dispuesto a admitir.
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Fantasía de un Soberano [Katsudeku-Omegaverse] En Edición
FanfictionBakugou Katsuki, rey de Mytitur, ostenta el liderazgo sobre el reino más prominente y avanzado del continente. Su dominio se destaca en todos los aspectos, desde la magia y la arquitectura hasta las armas, consolidándolo como una superpotencia. El r...