Fantasía de un Soberano [Katsudeku-Omegaverse] En Edición

Cap 47: Hasta que el Corazón se Derrame

A la llegada del medio día, finalmente concluyó la charla de hermanos. Todos los participantes de esta dejaron el estudio del Rey para encargarse de los temas acordados en dicha reunión. Uno de esos participantes era el mismo Bakugou Katsuki, que caminaba a paso veloz a través de los corredores del castillo que lo conducen a su habitación, pues tenía pensado encargarse de su Hechicero Real, Tokoyami Fumikage, de una vez por todas.

Vistiendo una túnica negra y una capa a juego cubriendo su espalda, Tokoyami se encontraba en la recamara del monarca supervisando el Ralentizador Mágico con forma de reloj de arena de gran tamaño para comprobar que su más óptimo funcionamiento contribuya a retrasar el avance de la oscura magia en el cuerpo del Druida a su cargo.

Con los ojos bien abiertos, Tokoyami pegó el rostro a los receptáculos de vidrio para observar detenidamente, y con una suma calma, observaba como cada minúsculo grano de arena negro se desplazaba a una gran lentitud mientras se deslizaba en el interior del artefacto desde la parte inferior a la superior y viceversa.

Una vez que comprobó el buen funcionamiento del reloj, arrastró su larga vestidura negra por el suelo al acercase al Druida de cabello verde. Izuku continuaba dormido sin presentar cambios, tampoco mostraba señales de mejorar ni de empeorar, simplemente se encontraba estable.

Con delicadeza, Tokoyami levantó la sabana sobre él para después levantar también su bata y dejar expuesto su vientre, lugar donde la dañina magia de las Sombras del Pecado había acogido como su morada.

Ciertamente el Ralentizador Mágico realizaba bien su trabajo, cuya labor se basa en retrasar los efectos de cualquier tipo de magia o hechizo que se encuentre enlazado a él o a su alrededor. 

Eso fue lo único que Tokoyami pudo hacer para poder preservar a Izuku con vida después de pasar toda la noche en vela buscando como descifrar la clase de magia oscura con la que estaba tratando. Pero como ya se sabe, no encontró ninguna información relevante.

Cuando el Hechicero descubrió el vientre del omega, inmediatamente se fijó en la herida provocada por la daga de Tomura.

Era allí donde más se concentraba toda esa maligna magia que avanzaba paulatinamente, y prácticamente, no había avanzado nada en realidad gracias al reloj de arena.

No obstante, comprendía bien que esa magia no se mantendría así para siempre.

Era consciente de que debía encontrar otra solución antes de que el reloj ya no pueda contenerla más.

– "Si alcanzo a encontrarme con ella, espero que pueda ayudarme con esto" –Mencionó para sí mismo.

Después de que aquellas palabras resonaran en su mente, volvió a cubrir el vientre del peliverde, luego lo arropó para posteriormente dirigirse a la montaña de libros traídos desde la Fortaleza de la Magia por él mismo. Todos estos libros ocupaban la mesa entera.

Había leído todos y cada uno de ellos durante la noche que pasó en vela, incluso trató de investigar más sobre los Druidas y las Sombras; sin embargo, ninguno de sus libros pudo brindarle alguna información que no conociera de antemano ya.

–Si algo tiene los Druidas y las Sombras en común es que aparentemente no existe alguna clase de registro que relate información de ambos más allá de lo que ya se conoce. Sin embargo, es extraño. El mundo actual sabe lo que es una Sombra por las atrocidades que han hecho, pero por otro lado, no conocen lo que es un Druida a pesar de que son ellos los que han estado combatiendo contra esos seres de la oscuridad. Al parecer, existe solo un escrito que explique lo que es un Druida, y tampoco es mucha la información que contiene, es como si la existencia de los Druidas pasara desapercibida por la humanidad. Si por lo menos descubriera algo nuevo sobre ellos, tal vez podría ayudar a Su Alteza a salir de tan terrible predicamento.