En el interior del carruaje, rumbo a enfrentar al rey, Izuku y Denki sentían el terror pulsar en cada latido. El destino que les aguardaba era un enigma sombrío; sus mentes no podían apartarse de visiones de celdas húmedas y verdugos inhumanos. La imagen de su adorada madre, ahora sola en la panadería, se aferraba a sus pensamientos como un espectro doloroso, intensificando el desasosiego que los envolvía.
Mientras el carruaje avanzaba a toda velocidad por las bulliciosas calles de la capital, los hermanos se abrazaban con desesperación, temiendo que lo peor sucediera en cualquier momento. Denki rogaba al menos poder compartir celda con Izuku. Izuku, por su parte, estaba atrapado en un torbellino de incredulidad. Apenas unas horas antes había estado trabajando en la panadería, como cada mañana, llenando las estanterías con pan recién horneado. De repente, sus vidas dieron un giro brutal: fueron arrestados por la Guardia Real mientras su madre se quedó sola y devastada.
La sensación de normalidad se había desvanecido en un instante, reemplazada por una pesadilla que se desplegaba a cada golpe de las ruedas del carruaje contra el empedrado.
Denki acariciaba los rizos de Izuku, no solo para tranquilizarlo, sino también para encontrar algo de calma en sí mismo. El miedo lo envolvía como una manta gélida, y sus lágrimas recorrían sus mejillas mientras el carruaje los sacudía. En su mente, veía el frío filo del hacha rozando su delgado cuello, una imagen que atormentaba sus pensamientos. ¿Cómo sería enfrentar la muerte? Se preguntaba. ¿Qué sería de su madre si ninguno de los dos estuviera para ayudarla? ¿Moriría de soledad, abandonada en el dolor de su ausencia?
La muerte se cernía como una sombra constante sobre los hermanos, una amenaza latente que parecía acechar en cada esquina de sus vidas. Con cada paso hacia la ciudad de los nobles, el resplandeciente distrito de Mármol Real, Izuku y Denki sentían cómo sus pensamientos se oscurecían y se torcían aún más en sus atribuladas mentes.
Katsuki estaba preocupado, si Chiyo tenía razón él sabría quien sería el indicado para traer a su hijo al mundo, entonces tenía que ser ese omega de ojos verdes con el que se encontró aquella vez, ya que fue el único con el que sintió que ambos se pertenecían. Solo ese vago sentimiento era suficiente para que tomara al omega como suyo.
Cuando el carruaje se detuvo, Izuku y Denki se negaron a salir, aferrándose a la ilusión de seguridad que las paredes del vehículo les proporcionaban. Sin embargo, su resistencia fue inútil; los soldados dorados, con movimientos bruscos y decididos, los sacaron a la fuerza sin mucho esfuerzo. Los omegas fueron arrastrados fuera del carruaje, y en un abrir y cerrar de ojos, sus muñecas y tobillos quedaron aprisionados con gruesas cadenas y pesados grilletes que emitían un frío metálico contra su piel.
Fue entonces, al levantar la vista, cuando se dieron cuenta de que su entorno había cambiado de manera tan sorprendente que ni ellos mismos podían creerlo.
Mármol Real, el distrito de los nobles, se desplegaba ante los ojos de Izuku y Denki como una majestuosa sinfonía de piedra y luz. La ciudad resplandecía bajo el sol de la mañana, sus torres y murallas doradas bañadas en un resplandor que parecía arrancado de un cuento de hadas. El aire era fresco, con una brisa suave que traía consigo el susurro de hojas y el lejano murmullo de fuentes cristalinas.
El Castillo Salazen Kou, el más imponente y grandioso de todos, dominaba el paisaje con su magnificencia. Elevándose hacia el cielo como un coloso de mármol y oro, sus torres se alzaban majestuosas, cada una coronada con pináculos que parecían acariciar las nubes. La luz del sol arrancaba destellos dorados de sus muros, creando un efecto que hacía que todo el castillo pareciera arder con un fuego sagrado.
Los muros del castillo estaban adornados con intrincados relieves y estatuas de la familia real, cada detalle tallado con una precisión y una gracia que quitaban el aliento. Amplias escalinatas de mármol conducían a la entrada principal, flanqueadas por jardines colgantes donde flores exóticas y enredaderas exuberantes creaban un contraste de colores vivos y fragancias embriagadoras.
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Fantasía de un Soberano [Katsudeku-Omegaverse] En Edición
FanficBakugou Katsuki, rey de Mytitur, ostenta el liderazgo sobre el reino más prominente y avanzado del continente. Su dominio se destaca en todos los aspectos, desde la magia y la arquitectura hasta las armas, consolidándolo como una superpotencia. El r...