Cap 73: Recuerdos de Sombras y Luz

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Los primeros rayos de sol se abrieron paso a través de los vestigios de las nubes oscuras que la tormenta había dejado atrás. La capital real de Mytitur despertaba lentamente de su letargo, tras una noche en la que la tempestad había rugido sin cesar.

Las calles empedradas brillaban bajo el resplandor del amanecer, aún húmedas por la lluvia reciente. Los habitantes de la ciudad, con sus rostros aún somnolientos, comenzaron a retomar sus tareas cotidianas; el sonido de los mercados volviendo a la vida, el olor del pan recién horneado y las risas de los niños que, descalzos, chapoteaban en los charcos que quedaban por el camino.

En el imponente Castillo Salazen Kou, la actividad ya estaba en marcha. Los empleados se movían con la precisión de un reloj, retomando sus labores como si la tormenta nunca hubiera ocurrido. Los pasillos resonaban con los pasos apresurados de sirvientes que llevaban bandejas y toallas limpias, las cocinas hervían con actividad mientras los cocineros y ayudantes preparaban un festín para la Familia Real. El aroma del tocino crujiente, los huevos revueltos y el pan dulce llenaba los pasillos cercanos, prometiendo un desayuno abundante.

Mientras tanto, las sirvientas se dirigían a cada recámara del castillo para limpiar y despertar a los distinguidos residentes. Un grupo de ellas marchó apresuradamente por los corredores del décimo piso y entraron en una recámara en particular, donde encontraron la cama totalmente desordenada.

Las sábanas estaban arrancadas, una almohada yacía en el suelo, y un par de brazos y piernas salían de una maraña de tela. Sin perder tiempo, las sirvientas abrieron todas las cortinas, permitiendo que la luz del amanecer inundara la habitación. Rodearon la cama y, con movimientos precisos, retiraron las sábanas para despertar a Kaminari Denki de su sueño.

Denki, aún medio adormecido, parpadeó contra la luz que lo cegaba momentáneamente. Su cabello rubio, usualmente peinado con una raya negra en forma de rayo que oscurecía parcialmente su ojo izquierdo, estaba completamente despeinado, con mechones rebeldes que apuntaban en todas direcciones.

Su flequillo lateral, que solía caer en un ángulo calculado, ahora cubría de forma desordenada su frente. Con los ojos entrecerrados y el ceño ligeramente fruncido, Denki se desperezó, murmurando algo ininteligible mientras intentaba hacer frente al nuevo día que comenzaba.

Mientras Denki se esforzaba por despejarse, las sirvientas continuaron con su rutina diaria, enderezando la habitación y colocando las sábanas y la almohada en su sitio. Una vez que el joven príncipe estuvo lo suficientemente despierto, una de las sirvientas le ofreció una bandeja con una taza de té humeante y un plato de frutas frescas para comenzar el día.

Denki, todavía un poco aturdido por el brusco despertar, tomó la taza entre sus manos, dejando que el calor reconfortante del té le devolviera la claridad mental. Observó por la ventana mientras bebía, viendo cómo la luz del sol comenzaba a ganar fuerza, pintando el cielo con tonos dorados y rosados.

Al notar que era el único en la cama, su ceño se frunció con más fuerza, pero antes de indagar sobre ello, una de las sirvientas se acercó con una leve inclinación de cabeza.

–El desayuno para la Familia Real estará listo en media hora, joven maestro –informó con voz suave. Denki asintió con una sonrisa agradecida y terminó su té antes de levantarse de la cama, estirando sus músculos adormilados.

–¿Dónde está Eiji? –preguntó.

–Su Alteza el príncipe pasó la noche con sus hermanos –respondió la sirvienta–. Le pide disculpas por no despertar a su lado y nos envió con usted para atenderlo y prepararlo para el desayuno.

–Oh, está bien.

Después de su ligero desayuno y una breve charla, Denki se dirigió al espacioso baño anexo a su habitación, donde sus sirvientes ya habían preparado todo lo necesario para su higiene personal. Sobre un pedestal de mármol se encontraba una pasta dental artesanal hecha de hierbas locales y aceites esenciales, que Denki aplicó cuidadosamente en un cepillo de madera con cerdas suaves. Se cepilló los dientes, disfrutando de la sensación refrescante de la menta mezclada con el leve sabor a anís.

Fantasía de un Soberano   [Katsudeku-Omegaverse] En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora