Capítulo II

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Lo dicho, se irá actualizando rápido. Espero que les guste...

Capítulo 2

Maite se miró al espejo del área de descanso en la que había pasado sus últimos 35 minutos del día. Estaba cansada y a disgusto sólo por pensar en tener que sonreír a un montón de desconocidos que vendrían a verla. Normalmente, ella asistiría a una recepción en su nombre con mucha alegría, pero desde que su vida había girado 180 grados no tenía temple para ello, sólo deseaba la soledad. Se observó al espejo acomodando su cabellera suelta lo suficiente como para no verse desalineada. Lo haces por la academia, le advirtió a su desgano, para quedar bien con el director que ha confiado en ti. Volvió a sopesar su charla con el hombre por la mañana, buscar un estudiante con pasión y talento para que la Escuela destaque más. "La pasión puede mostrarse", rememoró las palabras del director. Si supiera él que ella parecía haber perdido todo ápice de pasión no le encomendaría algo tan importante.

-Lo haces por la academia y por quedar bien en tu primer día – repitió esta vez en voz alta. Al menos había conseguido que Alonso no la obligará a dar una conferencia sobre arte en su primer día, como se acostumbraba, a cambio de exponer algunas de sus pinturas.

También era cierto que había disfrutado de las 2 horas que pasó con las alumnas y alumnos una vez superado el incidente que arruinó sus lápices y su libreta de bocetos. La joven que había causado el desmadre se sentó en la primera fila y estuvo observándola denodadamente durante los primeros minutos, como si quisiera descubrir un mensaje oculto sobre su piel. La observación tan poco sutil había conseguido causarle una ligera sensación de agobio, pero consiguió que se detuviera cuando le sostuvo la mirada. La turbación en las mejillas de la muchacha le causo un pelín de diversión. Quizás la encontraba demasiado joven, quizás la encontraba demasiado bella. ¿Cómo saberlo? Quizás sólo la estaba observando por ser la novedad.

Ella fue directa con su alumnado. Sus clases no eran como todas las clases, sus clases eran para aprender un estilo, pero también para aprender la emoción de dejarse llevar, de experimentar las sensaciones a flor de piel, escarbar en el interior para crearse a sí mismos a través de cada trazo, de cada color, de cada textura y perspectiva. Supo que los había encandilado en el mismo momento en que todos la contemplaban con esa clase de mirada que se parece más a un aficionado que a un estudiante. No se lo proponía en verdad, pero es que para ella hablar de arte era mostrar su parte más aventurada, más vehemente, más arrojada. Y esa forma de enseñar o de vivir, en un mundo donde las rutinas se consolidan discutiéndose menos que los valores o que la libertad, es como un río en el desierto.

Al terminar la explicación del contenido de la materia que impartiría se dedicó a conocerlos un poco mejor nombrándolos uno por uno, primero por apellido para luego decantarse por los nombres directamente. Nunca llamaría a un estudiante por su apellido si conseguía retener su nombre. Un apellido es un complemento identificatorio que hacia su función, pero que muchas veces no tenía que ver con quién lo portaba. El nombre es algo más personal, más cercano. Y, por supuesto, dejando las formalidades sociales de lado, ella iba a conocer a sus 15 alumnos por lo que podían plasmar en sus obras.

Cuando llegó al salón de la recepción acompañada por el director, Camino Pasamar ya era una figura más que repetida ese día. Alonso se la presentó nuevamente al introducir al joven que la acompañaba.

-Señorita Zaldúa, este joven es mi nieto, Ildefonso Cortés – el director recibió con un asentimiento el corto apretón de manos que compartieron – mi heredero – aclaró – y creo que ya conoce bastante bien a Camino Pasamar.

Camino, un nombre poco común para una belleza poco común. Esa era su frase más recurrente si pensaba en la joven. Su estética le resultaba deslumbrante a la profesora, la hermosa simetría de sus facciones, la dulzura de las curvas de sus pómulos, una mirada profunda que cortaba el aire serenamente. Maite se dio cuenta que había exagerado en su contemplación así que le dirigió la mirada al nieto del director con apremio.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora