Camino a la Pasión [MAITINO]

Capítulo XII

Pues nada, ojala les guste un poquillo. 

Capítulo 12

Camino tuvo dificultades para dormir ese viernes por la noche. Había quedado para ir al estudio de su mentora por la mañana y una de las actividades del día era posar para ella. Posar para Maite Zaldúa. Ella que había revisado con absoluta admiración toda su obra de principio a fin. Ella que al ver las pinturas que Maite tapaba a la vista con recelo había sentido una curiosidad casi viciosa por saber que inspiraba a su profesora. Ella que había envidiado a la ex esposa de la pintora por ser la esencia de su inspiración. Ella misma ahora se iba a convertir en una de sus piezas de arte si es que conseguían conectar a ese nivel, si la inspiraba. Con lo talentosa que Maite era no cuestionaba que haría una obra magnifica de su modelaje, la retrataría incluso más bella de lo que era, pero quería lucir perfecta para su maestra. Para que nunca olvidara ese momento.

"La verdadera belleza está en la piel", se lo había dicho la propia Maite al comenzar sus clases. Tenía que desnudarse para que pudiera captar esa belleza, pero no quería tampoco cosificarse. Estuvo pensando mucho en lo que deseaba hacer, en cómo deseaba posar, en cuan transparente quería ser ante Maite. Se sentía nerviosa porque quería ser Camino, una mujer que no tiene vergüenza de mostrarle al mundo como es porque es fuerte por definición. ¿Era ella fuerte por definición o sólo se estaba montando un personaje para posar? Tenía que encontrar una respuesta o arruinaría uno de los mejores momentos con su profesora.

Ella era Camino Pasamar, hija, hermana, aunque también era sencillamente Camino, una amiga o una compañera. No, ella era mucho más que una categoría producto de un vínculo, era una mujer. Crecía día a día luchando por el lugar que le correspondía, luchando con su madre por desertar de una posición que no quería y por ser alguien por su propia cuenta. Una mujer que, a pesar de que su herencia vital le había tendido puentes a una vida fácil, se había negado a cruzarlos y, como consecuencia de su inconformismo, comenzaba a entender mejor su función en el mundo: la función de hablar a través de su pincel, la función de utilizar su capacidad de una manera útil y positiva.

Esta noche no sabía por qué hacía algunas cosas, pero las hacía sin más. Se quitó su pijama y se recostó en la cama cerrando los ojos un momento, dejando que su piel sintiera el frío de la noche. La piel era una coraza para enfrentar los embates del exterior, pero también un vehículo dónde mostrar las emociones internas. Un lienzo que se pintaba de acuerdo a lo que sentía. Maite le había enseñado tantas cosas que habían cambiado su manera de pensar y de sentir, quería corresponder esa generosidad. Su piel se erizó por el frío, pero cuando pasó las manos por ella la sintió tibia y supo que esa tibieza provenía de su resistencia interna. Ella era Camino Pasamar, una mujer que tenía fortaleza, que sabía lo que era desafiar al mundo establecido. Podía posar así para su maestra porque era en verdad lo que pensaba que era.

Acarició una vez más la piel de sus brazos, de su torso y suspiró imaginándose delante de Maite de forma tan autentica. Se metió bajo las sábanas desechando la idea de volver a ponerse el pijama y se dejó arrullar por la suavidad de la única manta que vestía su cama añorando que la mañana llegara pronto.

Maite se levantó después de toda una noche inquieta. Estuvo poniéndole pegas a su decisión por horas y horas, hasta que el propio cansancio la hizo rendirse al sueño. Uno un poco más breve de lo que se consideraba saludable. Se levantó directa a su estudio. Descolgó las telas que cubrían sus obras más actuales y observó a la bellísima Camino Pasamar mirándola desde todas y cada una. Suspiró con fuerza.

-Hoy por fin podré dibujarte sin sentirme una acosadora, una delincuente – le habló a sus retratos - ¿Qué pensarías si supieras que te he estado haciendo posar en mi mente por demasiados días y demasiadas noches?