Capítulo XX

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Bueno, deciros una cosilla o, más bien, aclarar nuevamente que esta parte de la historia ya no seguirá la original de manera necesaria porque tenemos claro que aquí no habrá drama con la policía ni nada, vale? Tenerme fe ;) Habrá lineas generales y referencias, por supuesto. 


Capítulo 20

Camino estaba sentada en el sillón de terciopelo de un cuerpo que reposaba en la habitación de Maite. La libreta en su mano mientras el sol se levantaba dócilmente para anunciar el nuevo día. Observaba y dibujaba como si existiera una conexión directa entre sus ojos y su lápiz. No era una conexión neuronal, era una conexión emocional. De las más puras que alguna vez hayan existido. Sus ojos miraban muy poco el dibujo, apenas lo ojeaban cada tanto para asegurarse de que estaba dejando una marca fiel a la visión frente a ella. Sus ojos preferían mirar a la mujer que dormía, apenas enredada en las sábanas, sobre la cama. Buena parte de su cuerpo estaba expuesto, pero no todo. El cabello caía sobre sus hombros y sus pechos, brillando bajo la primera luz de la mañana.

Cada curva de su cuerpo que por la noche había recorrido con sus manos y con sus labios, ahora eran objeto de su atención grabándose poco a poco en su libreta de dibujos. La piel de Maite le parecía un lienzo en el que había tantas maravillas para descubrir y redescubrir, que no se saciaría nunca de ella. Camino levantó una de sus manos y en el aire delineó la curva de la cadera de Maite, como si estuviera tocándola, cerró los ojos un momento tratando de rememorar exactamente los instantes en que había navegado corriente abajo por el cuerpo de su mentora y se había abrazado a esas caderas para mantenerla cerca de su boca.

El estado calmado de Maite distaba mucho del caos en el que convirtió su cuerpo a base de caricias, besos y mordiscos. Verla convulsionar debido a cómo elegía recorrerla, a la forma en la que la acariciaba o a la forma en la que arrastraba su boca por su piel, seguía teniendo un impacto profundo sobre ella. Maite estallando de placer con todo lo que era por dentro y por fuera conseguía que sus pulmones no pudieran dejar de coger aire por el ahogo que le causaba una expresión tan infinita de belleza.

Unos trazos más, un suspiro más y Camino estuvo lista para regresar a esa cama. No a dormir, no. A hacer lo que su cuerpo le exigía. Ella que nunca había tenido mayor deseo sexual se encontraba en constante deseo cuando de Maite se trataba. La amaba tanto que necesitaba tocarla, acariciarla. Maite le había dicho que era algo del inicio de la relación, que cuando comienzas a vivirla necesitas el contacto continuo, necesitas mirar, oír, saborear, atrapar todo lo que provenga de la persona de la que te enamoras. Que es lo único que puede pasar por tu mente en todo momento, que estás inundado de esa impresión de falta cuando llevas uno segundos sin sentir cualquier conexión sensorial. Y, mientras se lo decía, cenando juntas la noche anterior, Camino sólo pensaba en besar sus labios hasta desgastarlos y de paso hacerla callar. Porque le encantaban esos besos y porque ella tenía la sensación de que pasara el tiempo que pasara iba a recorrer el cuerpo de su Maite con devoción cada vez que tuviera ocasión.

Como ahora mismo que tenía ocasión y apetito.

Se acercó a la cama mirando a Maite unos segundos más en silencio, dormida tan tranquila y tan desnuda como estaba bajo esa sabana que la cubría ligeramente. Se recostó a su espalda y la rodeo con un brazo besando su cerca de su hombro dulce, pero húmedamente. Levantó los ojos y sonrió viendo la marca en el cuello de su profesora rememorando cómo no había podido contener su lujuria en ese preciso instante en que Maite se entregaba a ella. Quizás no debería haberle dejado esa huella, pero no había sido algo consciente y su mentora le aseguró luego que no le importaba cuando se disculpó por su ímpetu.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora