Capítulo XXXII

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Pues... dosifico, dosifico... Espero que les guste. 


Capítulo 32

Un beneficio de ignorar un peligro incipiente es que puedes ser feliz sin sentir culpa. Maite sonrió al ver a Camino salir de la finca dónde quedaba su piso con una pequeña maleta para pasar el fin de semana con ella.

-¿Quieres ponerla en el portaequipaje o con el asiento de atrás te vale? – le preguntó por la ventanilla.

-No te bajes, la pondré en el asiento trasero – dijo Camino realizando la acción mientras tanto y luego subiendo delante, mientras Maite esperaba a que se pusiera el cinturón y comenzaba a conducir rumbo a su casa.

-Cuando te he visto salir con la maleta he tenido una fantasía con alguna futura mudanza menos temporal – comentó mirando de reojo a Camino.

-¿Quieres que me mude contigo? – preguntó la joven con una sonrisa demasiado amplia.

-Bueno – Maite sonrió – no estoy diciendo que tenga que ser mañana, sólo digo que podría ser, ¿no?

-Y yo que pensaba que eras un poco más tradicional, de noviazgos largos y propuestas de citas – comentó Camino mientras se inclinaba para subir la música que se oía en la radio. Tarareó la canción tamborileando los dedos contra la superficie de la puerta. La artista la observó un segundo preguntándose si en verdad todo lo que hiciera Camino le sugeriría un cuadro.

-¿Por qué tengo la sensación de que me estás llamando vieja? – cuestionó Maite con fingida indignación cuando se recuperó del leve ensueño – Eso que cuentas parece más propio de tu madre que de mí.

Camino rió quedamente – es cierto, pero por si quieres saber algo, me encantará el día en que tenga que recoger mis cosas para marcharme a tu lado.

-¿No te dará pena dejar el hogar familia? – quiso saber la morena.

-Probablemente, pero espero a que mi mujer me de cariño suficiente como para que no me importe tanto – las dos sonrieron dulcemente – no creo que haya nada mejor que estar a tu lado.

-Cuenta con eso, mi amor – le aseguró Maite – llegará cuando tenga que llegar, ¿verdad? – Camino asintió - ¿Tu madre se marchó temprano como tenía previsto?

-Sí, a primera hora de la mañana – le reveló Camino – este viaje es uno de los pocos que se permite en el año, va a visitar a parte de su familia materna que viven en Pontevedra.

-¿Tradición familiar? – inquirió Maite.

-Algo así, pero es más bien unos días de descanso con gente a la que aprecia mucho, recupera energías para la época de fiestas – explicó Camino.

-Los restaurantes no paran en ese momento, imagino.

-Que va, es cuando más trabajo suele haber – Camino se encogió de hombros – ya que no estarás, voy a aprovechar para ayudarles un poco.

-Me parece bien, no debes dejar de pasar tiempo con tu madre, mantenla contenta para que cuando se acerque la exposición te permita mayor tiempo para tu arte, porque lo necesitaras – manifestó la mentora – además, es mejor que este de un humor contento que a la defensiva.

-¿Crees que mi madre alguna vez entenderá nuestro amor? – indagó Camino.

-No creo que tenga muchas opciones tampoco, vivimos en un entorno social en dónde estos asuntos ya se han superado – expuso Maite – no es como hace 100 años, cuando hombres y mujeres debían ocultar su amor si amaban a alguien del mismo género para no terminar encarcelados o peor – la morena observó a su avecilla que la escuchaba muy atentamente, aprovechando el semáforo – tu madre puede que no lo entienda, pero acabara aceptándolo.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora