Capítulo XXXIV

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Bueno, chiquis, abróchense el cinturón...

Capítulo 34

Alonso llegó a la mañana siguiente con un único interés en mente, enterarse de qué iba ese asunto tan urgente que Liberto necesitaba hablar con él.

-Buenos días, Marcelina – saludó a su secretaria – espero que haya pasado usted junto a su familia un fin de semana a gusto y descansado.

La mujer sonrió – Así es, Señor Alonso, ha sido muy agradable – hizo una pausa - ¿necesita que haga algo por usted?

-Si, efectivamente, comuníquese con la asistente de Liberto para que le comunique que estoy aquí y pida dos cafés en la cafetería para nosotros, si no es mucha molestia – agregó inmediato – que los traigan, Marcelina, usted no se mueva de aquí, sabe que no hace falta.

La dejó a su secretaria con sus tareas y Liberto llegó casi a la par que los cafés. Ambos se saludaron, pero esperaron a estar solos para hablar. La puerta se cerró tras el muchacho que traía las bebidas y Alonso respiró profundamente.

-Bien – dijo – no se demore en contarme que es eso tan urgente que debía hablar conmigo, me ha dejado en ascuas todo el domingo.

-Créame que si se lo comuniqué hasta el domingo fue por dos razones – comenzó Liberto – porque es un asunto delicado que quería tratar personalmente con usted y porque no quería dejarlo en ascuas tanto tiempo.

-Me hace pensar que este asunto es algo que ha estado masticando por mayor tiempo – razonó el director y el administrador asintió - ¿cuánto?

-No es demasiado tiempo visto de manera objetiva, desde el jueves.

-¿Por qué no lo mencionó en ese momento? – quiso saber Alonso.

-Porque a las puertas del fin de semana largo y siendo un asunto del tipo que es me parecía muy anómalo lanzarlo sobre la mesa justo antes de irnos de vacaciones – Liberto suspiró – de hecho estuve a punto de enterrarlo en mi memoria y dejarlo pasar, pero me he dado cuenta que si se revela públicamente puede traer algunos inconvenientes para la academia y el programa que estamos llevando a cabo este año.

Alonso Cortes asintió – pues no se demore más y diga.

-Primero, permítame hacerle una pregunta – pidió el administrador y reconoció una aceptación en el silencio del hombre - ¿qué opina usted de un relación entre un docente y un alumno?

El director se quedó unos segundos quieto, casi inmóvil sino fuera por su respiración.

-Sabe que no sería ética una relación de este tipo entre un estudiante y la persona que debe educarlo – carraspeó – posible sí, no sería la primera vez que ocurre algo así y en ámbitos dónde es, incluso, ilegal – matizó – aquí no vamos rozar lo ilegal porque nuestros estudiantes son mayores de edad, personas de plena potestad de decisión, pero, claro, también se consideraría en juicio la capacidad del docente para evaluar a ese estudiante – el hombre aceleró sus últimas palabras y fue directo al grano - a ver, está claro que si menciona al programa es porque alguien dentro del programa estaría involucrado en una relación de esta clase.

Liberto asintió – me temo que sí – dijo y vio como Alonso suspiraba – hay un docente y un estudiante del programa que están involucrados en esta clase de vínculos.

-Entiendo – el director tomó el sobre de azúcar que venía con su taza de café y lo vació dentro – tómese el suyo – le advirtió al hombre – el café frío no es café.

-Depende para quién – comentó Liberto y sonrió agradeciendo la pequeña pausa.

-¿Qué es lo que le preocupa, Liberto? – quiso saber el director.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora