Capítulo XLV

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Bueno, aquí está. Respiren profundo, eh? profundo!

Capítulo 45

Camino llegó a su casa al cabo de la jornada. Se había entretenido más de la cuenta a posta, porque quería encontrar a su madre ya en casa. Si tenía que esperarla acabaría por no atreverse, así que mejor ir al grano nada más llegar. Muchas veces se había imaginado esta escena. Siempre pensó que se lo contaría con Maite a su lado para apoyarla. Cuando Maite tuvo que marchar llegó a pensar en la posibilidad de dejar que se enterará en la exposición, pintar un cuadro que dijera sobre ella lo que el mundo no sabía y esperar a que sacará sus conclusiones, pero le pareció de muy mal gusto. Su madre podía ser muchas cosas, demasiado rígida, demasiado estructurada, pero no se merecía enterarse frente a todo el público de una exposición.

Se lo diría ella misma aunque no estuviera Maite. Sería fuerte y enfrentaría la reacción de su madre, pero esperaba que, por una vez, Felicia Pasamar tuviera un poco de empatía en su sistema. Que actuara como la madre que la abrazó y le ofreció consuelo sin saber la causa de su pena. Al fin y al cabo, tomaba esta decisión por ella, pero también por su madre. No quería que una persona ruin como Ángela le diera una noticia tan íntima.

Emilio la esperaba en la sala cuando llegó y se puso de pie nada más verla. La abrazó cuando lo alcanzó.

-¿Está segura? – le preguntó.

-Sí, quiero que lo sepa por mí – le contestó – ¿puedes hacerme un favor? Si las cosas se ponen malas quiero tener dónde poder descansar tranquila, pídele a Cinta que me deje ir a su casa por hoy.

-No creo que haga falta, Camino – le dijo Emilio.

-¿Crees que se lo tomará a bien? – replicó ella.

-No lo sé, pero no tienes que irte de tu propia casa, no hace falta – expuso Emilio.

-Puede que lo necesite yo – suspiró – deséame suerte.

Camino llegó a la puerta del despacho y golpeó.

-Pase – dijo Felicia y sonrió al ver a su hija entrar – Camino, que sorpresa – le dijo sonriente – normalmente si no salgo de aquí es imposible verte.

-Necesito hablar con usted, madre – comenzó la joven – es importante.

Felicia la observó y notó sus nervios - ¿Qué sucede, hija? ¿Le pasó algo a tu exposición?

-No, todo va bien – Camino se sentó en el sillón enfrente de ella – es algo más personal.

Felicia rodeó la mesa y se sentó al lado de su hija notando como se tensaba -, pero ¿qué ocurre, Camino? – le preguntó – estás temblando – indicó mirando las manos de su hija.

-Es que esto no es fácil para mí – confesó su hija – y sé que vas a decir que eres mi madre y todo eso, pero es por eso mismo que no es fácil.

Camino observó la preocupación en los ojos de quién era su progenitora. Una preocupación que ella no podía determinar si era por verdadera inquietud hacia su evidente malestar o a qué consecuencias podía traerles. Se sentía mal por pensar que su madre podía preocuparse más por su estatus que por ella, pero es lo que sus acciones o decisiones le dijeron los últimos años.

-Empieza por dónde quieras, hija, pero no me dejes en vilo – pidió Felicia – me preocupas.

La joven tomó aire. De perdidos al río, pensó la muchacha, mejor prevenir que tener que curar el enfado de su madre por seguir ocultándoselo. Ya se iba a enfadar, probablemente.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora