Capítulo XXIII

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Capítulo 23

Maite se sentó frente a su ex mujer manteniendo la distancia - ¿A qué has venido? – le preguntó pasando completamente de la amenaza.

-Adoro como sabes cuándo estoy lanzando un farol – comentó Ángela con una sonrisa – me conoces tan bien que sabes que no te acusaría con el director.

-Número uno – dijo Maite – sería tu palabra contra la mía y hay un claro conflicto de intereses aquí dada nuestra antigua relación – Ángela inclinó la cabeza dando la razón a la pintora – Número dos, yo no uso a Camino, no la veo de esa manera.

-Da igual como lo intentes maquillar, sigue siendo lo que es y a ellos no les gustaría saber qué tipo de relación tienes con ella – la rubia soltó un suspiro de cansancio – puedes intentar negarlo si quieres, pero conozco una mirada de celos cuando la veo y esa muchacha tenía una mirada que era un claro ejemplo.

Maite sonrió de medio lado – creí que dirías que sabes muy bien cómo identificar a una chiquilla enamorada porque, ya sabes, tienes experiencia en ese tema.

-Eso también es tu palabra contra la mía – aseveró su ex esposa -, pero quitémonos la máscara si eso quieres – hizo una pausa – lo admito, tengo esa experiencia.

-Al menos ahora lo admites – Maite meneó la cabeza - ¿A qué has venido? – insistió la morena - ¿Cómo has conseguido que mi madre te diera las llaves?

-Primero que todo, lo admito porque ha resultado que nos parecemos más de lo que yo creía – le dijo Ángela – en cuanto a tu madre, es tu madre, me ha contado lo dolida que estuviste los últimos tiempo por la separación y me he dado cuenta que no tenía idea de cómo había sucedido.

-No quise contárselo – expuso Maite – preferí guardarme ese dolor para mí.

-Entonces, entiendes que fue fácil persuadirla de darme tu localización y las llaves de la casa – Ángela suspiró – le dije la verdad, el por qué te necesitaba.

Maite entrecerró los ojos -¿Y eso sería?

Ángela se puso de pie y se acercó a quién fue su esposa prácticamente hasta las Navidades del año anterior. Maite al verla caminar hacia ella se puso en alerta. Era como ver a una desconocida porque, en todo este tiempo, Maite tuvo el tiempo para llorar, para enfadarse y luego para respirar profundamente. Y mientras respiraba aprehendía de nuevo muchas de las situaciones que había vivido con Ángela y comprendía las cosas de otra maneras, llegando al punto en que no comprendía a su esposa, pero si a su naturaleza, a su carácter. Fue un proceso doloroso y transformador, un proceso que le rompió tanto el alma y la razón que hasta le quitó las ganas de ser ella misma. Fue duro, pero necesario. Y en el medio de ese caos, Maite cambiaba, pero también cambiaba Ángela ante sus ojos y, por eso, hoy sólo veía a una desconocida en su mirada.

Ángela se acercó y se arrodilló a los pies de la pintora, en una posición sumisa que no le pegaba, y Maite la observó con neutralidad – vine a por ti, cariño – la rubia le tomó la mano y la acarició, los ojos de Maite se quedaron clavados en el gesto cómo si no comprendiera lo que estaba sucediendo – vine porque tú eres mi vida y sé que yo soy la tuya, porque estamos perdidas solas, sin tenernos, ¿no lo sientes? – le preguntó - ¿no sientes el enorme vacío que quedo en nuestras vidas desde que las separamos?

Maite quitó su mano del gesto - ¿Es por esto que no firmaste la demanda?

Ángela sonrió – sí, no iba a separarme de ti sin intentarlo.

-Y te llevó, ¿qué? ¿Tres meses venir a verme? – Maite meneó la cabeza con cinismo – no me cuentes historias, no cuela.

-Perdóname por ser tan cobarde, por no pedirte perdón antes – le pidió su ex esposa – piensa en todo lo que soñamos, todavía podemos recuperarlo.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora