Capítulo V

2.9K 165 37
                                    

Capítulo 5

Maite rezongó para sí misma al terminar la clase. ¿En qué demonios estaba pensando cuando decidió que era una buena idea recoger el cabello de Camino? ¿Cómo se le había ocurrido algo así? Bastaba con entregarle la horquilla, incluso sólo con mencionarlo. Por favor, Maite, se dijo, que tú eres una profesora, da igual que ahora seas su mentora. Había líneas que no debían cruzarse nunca, ni siquiera con un gesto sin intención como el de hoy. Porque no había ninguna mala intención en su acción, pero notó la tensión en la alumna y la mirada que a veces le dirigía durante la clase. Camino levantó la mirada hacia ella en más de una ocasión y sus ojos clavados en los movimientos que hacía, o que no hacía, le habían causado impresiones encontradas.

Camino avanzaba hacia la salida de la Escuela recordado la sensación de las manos de Maite y su aliento cerca de su piel. Tratando de evitar todas las fantasías que había tenido mirando a su profesora, imágenes que era mejor reprimir. ¿Serían todos los mentores tan cercanos con sus elegidos? De repente, soltó una risilla imaginándose a Julio y a Felipe en esta situación, o a Genoveva y Amparo. Al cruzárselos en la sala central de la academia no pudo evitar reírse y ambos la miraron con mala cara. Seguramente especularían que se había reído de ellos en venganza por creer que eran mejores al ser escogidos por mentores. Le daba igual, estaba demasiado feliz como para que le importaran sus críticas.

El portazo que dio al salir del despacho que utilizaba su madre en casa tres horas más tardes, tenía poco de esa euforia y alegría que la embargaron todo el día desde que supo que Maite sería su mentora. Por supuesto que Felicia se había negado en rotundo al enterarse que su hija estaría un programa que le demandaría mucho más tiempo que el que ya pasaba en sus pinturas. Le recriminó el haberse saltado todas las reuniones y estar perdiendo el tiempo jugando con acuarelas. Camino se sentó en el sofá y apretó los dientes soltando un grito reprimido de frustración.

-Bueno, bueno, pero ¿qué te pasa, amiga? –Cinta apareció por las escaleras y al ver a Camino con las manos en el rostro se acercó a ella preocupada - ¡Ey! Oye, ¿estás llorando? ¿Qué ha pasado?

-No estoy llorando, pero casi – dijo Camino de inmediato – de rabia, de impotencia.

-¿Has peleado con tu madre? – consultó la chica sentándose a su lado.

-Tú que crees – respondió su amiga con mala cara – me han escogido para el programa de mentores que explique en la última cena.

-Pero eso es estupendo – comentó Cinta con entusiasmo.

-Si tienes unos padres como los tuyos que te apoyan en lo que hagas entonces sí que lo es, pero si tienes una madre como la mía no tanto – expuso Camino.

-Venga – Cinta se sentó a su lado en el sofá – sabes que tu madre cederá tarde o temprano, Camino – señaló su cuñada – como ha hecho con otras cosas.

-Sí, pero quién sabe lo que me pedirá a cambio de ceder – la estudiante de arte bufó - ¿Por qué no puede simplemente entenderme y alegrarse por mis logros?

Cinta se acercó y le dio un abrazo – pues yo sí que me alegro por tus logros y creo que bien merecido lo tienes, cambia esa cara mujer – hizo sonreír a Camino – esta es una gran noticia para ti.

-Lo es.

-Y dime, ¿quién es tu tutora o mentora o como sea que se llame? – quiso saber Cinta.

Camino sonrió más profundamente – Maite, Maite Zaldúa.

-¿La pintora? ¿La que es extremadamente bella? – Cinta le guiñó el ojo a su amiga - ¿sigue siéndolo?

Camino le dio un golpecillo en el brazo – déjate de tonterías, anda, Maite es tan talentosa, aún no me puedo creer que ella me haya elegido a mí.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora