Capítulo LII

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Capítulo 52

Muy bien. No hubo manera. Ella lo intentó, pero no hubo forma alguna de salir de la cama hasta la mitad de la tarde. Había tantas ganas acumuladas y, al mismo tiempo, querían estar cerca, así que comer se volvió superfluo. Besarse, reír, conversar, volver a besarse, acariciarse, sólo mirarse a los ojos, cada uno de estos pequeños gestos era mucho más importante que comer por ahora. Pero el tiempo es tirano así que tener que llamar a Lolita se volvió una necesidad y Maite no tuvo más remedio que abandonar la cama.

La dueña del bodegón se alegró de oírla por fin y, más aún, al saber que iban a estar por su restaurante por la noche. Les reservó una mesa para 12 o 16 personas, ya que Maite no sabía cuántos de los tutores irían, pero contaba con que los demás estarían allí. Dejó su móvil sobre la mesilla de nuevo y se encontró a Camino mordisqueando una tostada helada en la cocina.

-¿Ahora si tienes hambre, avecilla? – preguntó.

-¿Tú no? – cuestionó la joven.

-Estoy famélica, creo que si no como algo pronto me desmayaré – abrió su nevera y había fruta y zumo sobre todo - ¿Macedonia? – consultó y Camino asintió -¿me ayudas?

-Claro.

Así que entre las dos se pusieron a pelar y cortar trozos de las frutas que había en la nevera, un poco de frutos rojos, kiwi, plátano y melocotón. Camino cortó un trozo de este último y se lo dio a Maite en la boca.

-Como en la casona – dijo recordando los días de noche vieja.

-¿Has decidido si aceptarás las ofertas por tus piezas? –consultó Maite recordando el bodegón de Camino y la oferta que había hecho Liberto por ella.

-Esa en particular, la del bodegón, sí – comentó su novia – creo que si Liberto quiere esa pieza la debe tener, nos ha ayudado bastante – cogió un trozo de melocotón y lo colocó con los demás – sin azúcar, ¿verdad? – consultó.

-Ya tienen azúcar las frutas, pero le pondremos un pelín de esto – tomó el zumo de naranja y roció un poco por encima, apenas, casi no se notaba, pero sirvió para alinear los sabores de las frutas y potenciar los suyos propios – Que buen equipo, ¿no? – agregó Maite.

-El mejor – Camino se inclinó y le dio un beso en los labios muy ruidoso - ¿comemos?

Se sentaron en la mesa dónde el desayuno aguardaba frío y sin posibilidades, ocupadas en la macedonia. Maite calentó un poquillo las tostadas para que tuvieran mejor pinta y dieron cuenta de algunas de ellas usando la mermelada. Tenían hambre y era normal.

Maite le envió la ubicación de su casa a Jacques mientras Camino se daba una ducha y luego le tocó a ella. Cuando salió del lavabo y se vistió, la pilló en el estudio con su libreta de dibujos. Su avecilla había decido que usaría un atuendo sencillo, una camiseta, tejanos y unas botas. El cabello suelto que caía sobre sus hombros. Cuanta belleza en una sola imagen, más si le unías la sonrisa con la que dibujaba

Camino sonreía y dibujaba sin detenerse. Qué estaba dibujando era un gran misterio para Maite, pero fuera lo que fuese era algo que la hacía sentir genial, que le encantaba. Bueno, Camino respiraba arte, era como ella en ese sentido y verla tan feliz en estas circunstancias era normal.

-"Las obras de arte no siempre se encuentran en museos, muchas veces están delante de un espejo, así como tú cuando te miras" – Maite usó ese verso para atraer la atención de su Camino – que bella eres – le dijo sonriendo.

Camino la observó de pies a cabeza sin tapujos – Lo dice la mujer a la que parece que todos los vestidos, faldas, tejanos y camisetas le quedan como si los hubieran confeccionado para ella.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora