Capítulo XXXIII

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Capítulo 33

Maite encaminó su boca encantada con los gemidos que provenían de la garganta de Camino. No besaba, solo acariciaba con los labios, los apoyaba erráticamente sobre la piel de su bella amante y luego los deslizaba ligeramente sin separarse.

-Maite – su nombre fue una queja en toda regla que le decía que el aguante de Camino estaba claramente afectado.

-Sé paciente – murmuró antes de dejar el primer beso tácito a comienzo del abdomen de la joven – ahora es a mi ritmo.

-Maite... - volvió a quejarse la muchacha cuando sus piernas fueron abiertas, pero la pintora no entró en contacto con su excitación sino que se arrodilló para dejar un vació entre los cuerpos.

Camino se sentó en la cama y besó los labios de Maite con agitación. Sus manos pelearon con el cierre del sujetador sin conseguir su objetivo, posiblemente sobrepasada por el deseo, o quizás también por el alcohol ingerido.

Maite se separó del beso y se rió divertida - ¿Esas manos tan bonitas están teniendo algún problemilla? – susurró con la sonrisa en los labios.

-No te burles – le contestó Camino – sabes que no me hace falta quitártelo.

-Lo sé – detuvo las manos de la joven cuando estaba dispuesta a exponer sus pechos sin deshacer el cierre -, pero es que yo quiero quitármelo y que me mires – la empujó de modo que Camino tuvo que apoyarse en la cama con las palmas abiertas y asistió como principal espectadora al momento en que su hermosa morena se quitaba el sujetador y exponía sus pechos a ella. Se mordió el labio y ya iba rumbo a lanzarse sobre ellos, cuando la mano de Maite la detuvo de nuevo, obligándola a recostarse por mucho que intentó resistir – No, no, no, me toca a mí – dijo con tono autoritario - ¿crees que puedes torturarme cómo esta noche en el bar y no obtendrías ningún castigo?

-No pensé que fueras vengativa – respondió la joven deleitándose con la figura casi desnuda de Maite encaramada sobre su cuerpo, apoyada sobre sus piernas.

-Y no lo soy, pero hay ciertas venganzas que merecen la pena – afirmó Maite reptando dejándose caer sobre el cuerpo de Camino y rozando con sus uñas su torso – eres tan bella – murmuró descendiendo por su escote sin detenerse hasta llegar a su ombligo – tan preciosa – agregó antes de jugar con su lengua en esa depresión del cuerpo de Camino notando como levantaba la pelvis hacia arriba - ¿necesitas algo?

Camino se apoyó en los codos y empujo con su cuerpo a Maite hacia el punto dónde la necesitaba – dijiste que usarías tus labios para algo más que no era hablar y yo solo escucho palabras y más palabras.

-Mi pobre e inocente avecilla está inquieta – Maite sonrió de medio lado y dio un beso húmedo en la línea que la llevaría directa al sexo de la joven que despedía calor contra su piel – qué pena que hoy haya decidido tomarme las cosas con mucha calma.

Fue descendiendo poco a poco y alcanzó el sexo de Camino con un beso sencillo, pero lento. La joven sollozó y miró el techo de la habitación, Maite no iba a ponérselo fácil, pero al mismo tiempo esa idea le parecía muy excitante. La pintora exploró con su lengua el sitio dónde su amante la necesitaba comenzando un recorrido lento, sin demasiadas pretensiones. Acarició su clítoris circularmente, pero sin ninguna intención de acelerar. La iba a disfrutar con todo el tiempo del mundo, quería llevar a Camino hacia un nuevo límite del placer. Quería verla gozar para ella. Camino contuvo el aliento y gimoteó. Sus caderas se movieron acelerando el roce, pero Maite la detuvo reteniéndola con las manos.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora