Capítulo XLIX

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Bueno, primero: gracias a KaliPlayGames por hacer esta imagen maravillosa para el fic. TE quiero GUAPISIMA! QUE ILUSION ME HAS DADO! *___* Jope! 

Segundo: pues a por uno más de esta lista de capítulos que está más cerca del final hoy...


Capítulo 49

-Que es la expresión de la felicidad más realista que he podido ver.

No podía, no acertaba a qué debía atender primero. Si a su voz, sus ojos, su sonrisa, o todas las curvas bajo ese vestido rojo que le sentaba maravillosamente bien, que delineaba su cuerpo a la perfección. A su voz, sus ojos, esas curvas perfectas o su sonrisa que no dejaba de decirle "estoy aquí" en silencio. A su sonrisa, su voz, su vestido o esa mirada que clamaba amor y ternura fija en la suya. A su sonrisa, el rojo de ese vestido, sus ojos o su voz perfecta, la misma voz que dijo su nombre una par de veces hasta que ella consiguió dar un paso hacia la mujer más bella que había visto alguna vez. Hacia la mujer con el cabello oscuro suelto que parecía haber descendido desde el cielo como la diosa que era y que la despertó de su impreciso devenir entre ojos, sonrisa, voz y curvas, con una caricia dulce en su mejilla.

-Maite – susurró Camino sin poder creérselo, como si fuera a despertar de un sueño precioso al que había sido arrebatada – Maite... estás aquí...

-Sí, estoy aquí...

Maite quería decir más, pero su confirmación verbal de lo que estaba sucediendo terminó con el momento de confusión que parecía haber arrastrado a Camino a mirarla denodadamente y la impulsó a sus brazos por fin. Maite cerró los ojos unos segundos abrazando a su Camino, quién se aferró a su cuerpo cómo si se tratara de la única balsa en medio del mar. El alivio que sintió en sus hombros, en su cuerpo, en su corazón al poder tenerla en sus brazos de nuevo redujo tanto el peso de su cuerpo que, de no ser por la fuerza de la gravedad, hubiera echado a volar en las alas de su avecilla. Y lo sabía, no estaban solas, pero de alguna manera lo estaban. Como las dos mujeres del cuadro de Camino.

Acercó su boca al oído de la joven – El secreto para mi felicidad es amarte.

Oyó a Camino reír tiernamente y ambas suspiraron cuando se separaron del abrazo para mirarse a los ojos de nuevo.

-No puedo creer que estés aquí – le dijo Camino acariciando su rostro.

-Y yo no puedo creer que creyeras que sería capaz de perdérmelo – sonrió dándole una caricia similar y apoyando su frente en la de Camino.

-Me muero por besarte.

-Y yo – aseguró Maite -, pero estoy segura que tu madre nos mira, ¿verdad?

Por primera vez desde el reencuentro, Camino volvió a la sala y levantó la vista. Allí estaban, los ojos de su madre fijos en las dos y no eran los únicos. Media sala tenía la mirada prendada de ese reencuentro.

Camino la miró y se encogió de hombros – Tendrán que acostumbrarse – dijo y se acercó hasta darle un pequeño beso en los labios que les supo a nada y a todo, que les supo a gloria y a poco.

Maite devolvió el roce con un suspiro – por ahora me basta y no me basta en absoluto – susurró -, pero me guardo mis ganas de besarte para cuando nadie nos vea y las pueda desatar.

-Sí – Camino sonrió y suspiró aletargadamente – te amo tanto, no puedo creer que estés aquí.

-Eso ya lo dijiste – replicó Maite -, pero no lo primero quiero oírlo tanto como puedas decirlo – la observó unos segundos antes de agregar – te amo, Camino – se giró a ver el cuadro de su avecilla – y esta obra es lo más genuino, emocional y sublime que he visto en mi vida, que he sentido en mi vida.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora