Capítulo XL

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¡Último de la semana! Espero que puedan disfrutarlo un poquillo... xD

Capítulo 40

Las cosas breves son lo que son, breves y dicen que las buenas lo son dos veces. Pero hay ciertas cosas que son tan buenas que siendo breves solo te dejan una sensación de vacío muy excepcional. Es una memoria bonita y una promesa, pero el día a día te deja con la sensación de que todo se queda pequeño después de haber estado esa fracción de tiempo detenida en el espacio. Después de haber olido las rosas en la mañana en tu propio jardín, con el rocío brotando de sus pétalos, tener que contentarse con las de la florería de la esquina te hace parecer que la fragancia no se parece en absoluto a una rosa. Falta la flor, falta el aroma, el rocío, la vida. Como a Maite le faltaba Camino en sus noches y en esas horas en que no podían estar juntas.

Le faltaba su arrullo, sus caricias instintivas, su sonrisa bella de cada segundo. Al principio no lo notó, no notó del todo la falta. Básicamente porque, después de quedarse un día más del proyectado en la casona, y no más tiempo sólo porque Felicia llamó a su hijo mayor para pedirle ayuda ya que las cosas en los restaurantes estaban desbordadas, volvieron a Madrid con el comienzo del 3 de enero. Camino se quedó con Maite unas horas más, fueron juntas de compras. La pintora no tardaría más que unas horas en volver dónde su madre y debía estar de regreso en la ciudad en 3 días para volver a retomar las actividades usuales. Con la excusa de los regalos de reyes consiguió robarle unas horas más a su avecilla antes de marcharse.

Con lo que no contaba era con que Camino le haría un regalo anticipado para esas fechas. Era un presente simbólico que la hizo abrir los ojos de par en par.

-Es mi primer cuaderno de dibujo – le explicó Camino mientras Maite pasaba las páginas con una sonrisa maravillada en los labios – me lo regalaron cuando tenía 17 años, hasta ese momento sólo pintaba en cualquier papel que se me presentaba por delante, incluida alguna servilleta, pero mi hermano decidió que tenía que darle a su hermana menor una mejor servilleta, una más duradera – Maite delineó las curvas de un árbol que Camino dibujó dulcemente – me pase las primeras semanas muy sumergida en esta libreta, a mi madre no le hizo gracias porque me distraía mucho cuando me hablaba, me dijo que vivía en mis dibujos y no en la vida real, pero me dio igual, no deje que mermara mis ganas de dibujar, bueno, no lo hubiera podido conseguir aunque yo actuara más sumisa.

-Me encanta que te haya dado igual, mi amor – Maite levantó los ojos hacia Camino – nunca dejarás de sorprenderme, ¿no? – acarició los bordes de la libreta - y este regalo es maravilloso como tú, pero tiene mucho valor sentimental, cariño, ¿realmente quieres que lo tenga yo?

Camino asintió – Es tuyo porque así lo quiero, quiero que puedas conocerme más, conocer a Camino Pasamar en sus primeros pasos, conocer lo que pensaba, lo que le importaba – la joven la observó con una sonrisa muy dulce – podría contártelo, pero pensé que te gustaría más descubrirlo en mis trazos de peor calidad – dijo – y es una libreta con un gran valor sentimental que le quiero dar a la persona que hoy le da ese valor a mi mundo.

-Te besaría si no estuviéramos en un café, en medio de un centro comercial repleto de personas – Maite realmente estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no lanzase encima de ella.

Se quitó las ganas al llegar al coche y la besó como si no existiera un mañana. Y es que de alguna manera no lo habría, no así tan cerca una de la otra. Se separó de Camino cuando la dejó en su calle justo antes de marcharse de la ciudad. Le prometió llamar todos los días y muchos emoticonos de amor. Camino le pidió que volviera a leerle un poema y ella le dijo que uno cada día si prometía responderle con otro audio.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora