Capítulo XXVII

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Bueno, aquí vamos. Ánimo, people!


Capítulo 27

Luego de la cena, Felicia animó a Maite a permanecer un poco más de tiempo con sus hijos y su nuera. Ella se despidió para descansar, pero les dijo que su ausencia no implicaba la desintegración de la reunión. Eso les dio un momento a los jóvenes para cruzar impresiones antes de que la pintora se marchase efectivamente.

Nada más Camino oyó que su madre se encerró en su habitación, se lanzó sobre su mentora y la besó – Estuviste maravillosa, mi amor, no sé si mi madre te estima más que antes o no, pero lo que es seguro te ha encontrado interesante.

Maite la mantuvo a distancia – sosiégate, aún seguimos bajo su techo – alertó.

-No te preocupes, Maite, una vez que mi madre se marcha a descansar no suele volver – comentó Emilio – y Camino tiene razón, hubo apenas un momento en que la note un poco disgustada con tus comentarios, pero creo que en general todo le ha sentado muy bien tu visita.

-Ella me ha parecido mucho más humana que la primera vez que la conocí – confesó la mujer –más cercana y menos rígida.

-Es la cocina – expuso Camino – la cocina la acerca a papá y cuando papá vivía ella siempre actuaba de forma diferente a lo suele hacer ahora – se encogió de hombros – me gustaría que pudiera relajarse más a menudo.

-Tendremos que hacer que te invite más seguido, Maite – comentó Cinta.

Se sentaron en el sofá a beber café e infusiones. Los chicos decidieron acompañar a la pintora porque debía conducir así que ninguno tomó alcohol en solidaridad. Eso si, hicieron planes para repetir este encuentro entre los 4, pero sin condicionamientos. Ir a cenar, quizás a bailar y disfrutar de una noche juntos. A Maite esto le pareció encantador, tanto como comprobar lo mucho que Camino era querida y protegida por su hermano y por su cuñada. Era un sentimiento bonito el poder pertenecer a un círculo tan personal.

-Creo que debería irme y tú a dormir que mañana te espero temprano en casa – anunció Maite que vio las miradas entre Cinta y Emilio, entonces aclaró – para trabajar.

Ambos levantaron las manos e hicieron gestos fingidos.

Camino pilló a Maite de su mano y la arrastró a la puerta – Digan adiós – solicitó y los dos jóvenes obedecieron. Abrió la puerta y la cerró tras ella – Desearía tanto que no tuvieras que ir...

No pudo continuar porque Maite la silenció con un beso inesperado y la mantuvo así acariciando sus labios durante algunos segundos antes de soltarla – Si voy a tener un minuto a solas contigo hasta mañana, no será quejándome de mi destino como pienso pasarme este momento – la dijo la profesora antes de volver a besarla.

Camino tuvo un fin de semana muy tranquilo y feliz. Pasó con Maite la mayor parte del día sábado y, cuando regresó a casa, su madre estaba de muy buen humor. El domingo fue para perderlo entre una visita el restaurante y una tarde de pelis que no le resultaron para nada interesante, pero ayudaban a matar el tiempo. Eso y los mensajes que compartía con Maite, así como los bocetos que delineaba fugazmente cuando se cansaba de mirar la pantalla. El lunes llegó y con ese día volvería a la rutina que amaba más que nada.

Fue en taxi a la academia luego de desayunar y saludar su familia, prescindiendo una vez más del chofer. Estaba a unos escalones de alcanzar su objetivo cuando una cabellera rubia no solo llamó su atención, sino que le cortó el paso. Sus ojos se encontraron con los de la ex de Maite casi de frente. Se sorprendió, pero esa emoción duró unos instantes siendo remplazada por cierto disgusto.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora