Capítulo XXI

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Bueno, ni palabra sobre lo que parece que está pasando en la serie... voy a hacer de cuenta que lo último que vi fue a Maite irse. Día para el olvido hoy. Eso si, el live del sábado fue lo más!


Capítulo 21

Camino se sentó en el salón del piso que compartía con su familia. Era sábado por la noche y acababa de llegar de la casa de Maite, pero ya la echaba de menos. Suspiró mirando la foto de perfil de la morena deseando tener un gira tiempo como en las películas de Harry Potter para poder volver el tiempo o adelantarlo. Volver al beso que ella y Maite compartieron antes de que llegara el taxi o, mejor, el momento en que para descansar del trabajo se habían sentado juntas en el sofá a leer un fragmento de Capitulo 7 de Rayuela, el clásico de Cortázar. La voz aterciopelada de Maite llenó sus sentidos causándole una calma casi irreal. Cada palabra sellándose en su mente y ella, con los ojos cerrados, bebiéndose cada palabra como si fueran un elixir imposible de rechazar.

"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua".

Podía reproducir cada una de esas palabras no sólo porque ya las hubiera leído antes, sino porque en la voz de Maite, en su meditada respiración, en su sugestiva entonación se habían convertido casi en un mandamiento. "Toco tu boca", levantó los dedos en el aire y toco esa boca con la que no fantasear era imposible. Se sentía casi enferma de amor con todos esos sentimientos que se acumulaban en su pecho cuando no podía dejar de pensar en Maite. Ahora mismo en su voz, en la intimidad de ese momento, en cada cuadro que le había sugerido al recitar cada palabra. Quería volver o avanzar hasta el próximo encuentro. Suspiró profundamente cuando volvió al salón de su casa familiar.

Emilio entró por la puerta principal y le sonrió. Su madre apareció detrás de él.

-Ya estás de vuelta – comentó y Camino pensó que era una obviedad decirlo, pero estaba segura que vendría algún comentario innecesario por detrás y que ese era solo el preludio – era hora, no sé qué tanto tienes que estar en casa de tu profesora, el trabajo es para lunes a viernes.

-¿De dónde vienes, mamá? – le preguntó en consecuencia y sonrió cuando la vio bufar.

-No es lo mismo.

-¿Por qué? Ir a la empresa un sábado también es trabajo – expuso Camino con tranquilidad.

-Sí, puede, pero estamos cuidando el negocio familiar, no es lo mismo – rebatió Felicia – nuestras obligaciones están en cuidar lo que tu padre nos legó, un negocio en el que trabajó tanto.

Camino a la Pasión [MAITINO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora