Ring... Ring...
—Ese estúpido despertador —se quejó la chica mientras abría sus ojos pesadamente, sin ánimos de nada. Hoy era que comenzaba el segundo año de preparatoria, pero no estaba muy alegre del todo pues odiaba levantarse temprano.
—¡Matsuri, vas a llegar tarde a la escuela! —le gritó su madre desde el primer piso. Matsuri le dio un manotazo al despertador para callarlo y éste se apagó al instante.
—¡Ya lo sé! —respondió la chica con fastidio. Había estado soñando otra vez con su querido amigo de la infancia. Constantemente le sucedía, pero no se explicaba por qué esos sueños se hacían cada vez más persistentes. Se veía jugando con él en el parque, corriendo juntos, disfrutando de su niñez. Pero ya desde hace seis años no había vuelto a saber nada más de él, desde el día en que se fue con su familia de la ciudad.
—Gaara-kun... —susurró con tristeza, sintiendo en su interior cuanto lo extrañaba, a pesar de haber sido sólo unos niños, él era su mejor amigo—. ¿Por qué jamás volví a saber de ti? ¿Te olvidaste de mí?
Cada vez que se hacía esa pregunta era como lanzar una frase al aire, porque nunca obtenía una respuesta, a pesar de lo mucho que lo deseara, siempre se quedaba con la duda de lo que había pasado y el vacío que había en su interior crecía día a día, hasta hacerse insoportable.
—¡Matsuri! —volvió a llamarla su madre. La castaña dio un salto en su cama y fue a parar al suelo, su madre a veces podía ser una completa histérica y eso le atemorizaba.
Se levantó lo más rápido que pudo y se dio una ducha apurada. Luego se puso su uniforme escolar, el cual consistía en una blusa blanca, una falda tableada de color gris, bastante corta, unas medias largas un poco más arriba de las rodillas de color negro y unos zapatos del mismo color. Matsuri, sin embargo, le daba su propio estilo a su uniforme, subiéndose las mangas hasta los codos y dejando la blusa abierta en los botones de arriba. No se ponía la corbata, pues le molestaba.
Después de peinarse y arreglarse un poco frente al espejo, bajó a desayunar.
Su madre estaba sentada viendo la televisión, mientras que su padre sólo leía el diario en silencio.
—Buenos días, mamá y papá —saludó contenta la castaña. Sus padres la miraron.
—Buenos días, hija —dijo el padre de la chica, para volver a su lectura luego, pero su madre no le quitaba la vista de encima.
—¿Qué es esa forma de llevar el uniforme, Matsuri? Debes usarlo correctamente, como una dama —la regañó la mujer de larga cabellera castaña y ojos marrones. Matsuri hizo una especie de puchero.
—No, mamá, a mí me gusta así, además en la escuela no me dicen nada —aseguró ella. Su madre sólo suspiró, sabía que era imposible que su hija fuese de forma decente a la escuela y no estaba dispuesta a armar una pelea, así que sólo lo dejaría pasar.
—Bueno, desayuna rápido para que tu padre te lleve.
—¿Me vas a llevar hoy, papá? —preguntó Matsuri sorprendida y es que generalmente su padre siempre estaba trabajando y jamás tenía tiempo para ella. Ryu Koyama miró a su hija con una sonrisa y asintió con la cabeza.
—Es tu primer día, al menos hoy quiero ser un buen padre.
Matsuri sonrió contenta ante esta respuesta y luego asintió muy animada, para comer rápidamente su desayuno.
Hoy sería un día especial y lo presentía desde el momento en que se había levantado, algo iba a suceder, estaba segura.
—¡Date prisa, papá! —gritaba mientras corría hacia la salida de su domicilio. Miró hacia la casa vecina, notando que frente a ella se paraba un camión de la mudanza.
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No Me Olvides
Romance"Él le prometió que nunca la olvidaría, pero las promesas no siempre se pueden cumplir." Gaara y Matsuri eran amigos de la infancia, hasta que él y toda su familia debieron mudarse a otra ciudad. Gaara le prometió que nunca se olvidaría de ella y qu...