Castigo después de clases Parte 2

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Gaara estaba recostado en su cama pensando en las palabras que Sakura le había dicho. Ahora que lo pensaba más claramente, ¿por qué rayos había creído en lo que le dijo Sari? Era obvio que esa chica quería algo con él, por eso le mintió sobre Matsuri y él había caído como un idiota. Lo peor de todo era que gracias a esto, había descubierto que ella le importaba más de lo normal. A pesar de que pensaba que Matsuri era una chica bastante torpe e infantil, que no tenía ningún atractivo físico más allá de lo corriente, había algo en ella que le hacía persistir en querer estar a su lado. Tal vez era su sonrisa, o la forma en que se sonrojaba cada vez que estaba avergonzada o enojada. Esa expresión era adorable.

—¿Qué es lo que me pasa? —se preguntó—. ¿De verdad me gusta Matsuri?

Si fuese así realmente, esta era la primera vez que sentía algo así por una chica. No era un completo inexperto en el terreno amoroso, ya que había tenido una o dos novias en su anterior ciudad, pero ninguna de ellas le había gustado realmente, sólo estaba con ellas por aburrimiento o porque su cuerpo le pedía cumplir ciertas necesidades. La verdad era que nunca se había sentido enamorado de una chica. Nunca había pensado tanto tiempo en una como lo hacía con Matsuri. Nunca se había reído de los simples gestos graciosos de alguien. Jamás le había gustado tanto hacer enfadar a una persona y había disfrutado de eso.

Llevó una mano a su pecho y volvió a preguntarse a sí mismo si realmente esa tonta chiquilla se había logrado meter en su corazón.

Solamente encontró una respuesta.

—¡Gaara! —escuchó la voz de su madre. Suspiró pensando que nuevamente sería regañado o molestado por alguna tontería, por lo que se levantó y bajó de mala gana, pero se sorprendió de ver a la persona que ocupaba sus pensamientos justo en ese momento, parada al lado de su mamá en la sala. Sintió que le explotaba el corazón y no supo por qué, pero su rostro se puso rojo.

—¿P-pasa algo? —preguntó, pero ¿por qué rayos había tartamudeado? De verdad se sintió como un completo idiota al darse cuenta de lo que esa chica le provocaba.

—Hijo, necesito pedirte un favor, ya que ninguno de tus hermanos está aquí, ¿podrías acompañar a esta linda señorita a recoger unas cosas que encargué?

—¿Por qué yo? —cuestionó—. ¿Y qué tiene que ver ella con tus cosas?

—Le pedí de favor a Matsuri-chan que fuera a esa tienda a encargarlas por mí y ella se ha ofrecido a recogerlas, ya que conoce mejor la zona, pero no quiero que vaya sola —respondió la mujer, mostrando una enorme sonrisa. Ella no era nada tonta y había notado perfectamente lo nervioso que se puso su hijo al ver a la vecina. ¿Acaso habría algo entre esos dos chicos?—. ¿Me harías ese favor? —pidió.

Gaara miró de reojo a Matsuri. Necesitaba disculparse con ella y ciertamente esta parecía una buena ocasión, pero no estaba muy seguro de si ella realmente lo perdonaría. Se había comportado como un idiota con ella y era muy normal si la chica no lo quería volver a ver en la vida.

—N-no es necesario, Karura-san —dijo de pronto Matsuri—. Yo puedo ir sola, no necesita molestar a Gaara-san —dijo con una sonrisa.

¿Gaara-san?

¿Desde cuándo Matsuri le llamaba Gaara-san?

—No me molesta —dijo el pelirrojo—. No tengo nada mejor que hacer y estaba muy aburrido, así que vamos —dijo de forma desinteresada, pero la verdad era que no soportaba el trato tan distante que estaba recibiendo por parte de ella.

Karura sonrió ante la disposición de su hijo. De verdad tenía que gustarle mucho Matsuri como para darse el fastidio de acompañarla.

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No Me OlvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora