Efectos de omitir Parte 1

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A pesar de que ese debía ser un día feliz para ella y su familia, Temari no se sentía del todo contenta, no dejaba de pensar en Itachi y en el modo en que éste había decidido terminar su relación. Puso un plato sobre la mesa y se quedó congelada en el sitio, aún le dolía el corazón de sólo recordarlo a él.

—¿Sucede algo, Temari? —la voz de su madre la trajo de regreso a la realidad, a lo que la rubia la miró y negó con la cabeza, mostrándole una sonrisa—. ¿Estás segura? —preguntó con el ceño fruncido.

—Claro, mamá —dijo Temari, fingiendo que nada le afectaba—. ¿Gaara salió? —cuestionó, contando los platos que habían puesto para el desayuno, había uno menos.

Karura colocaba los cubiertos, mientras su hijo Kankuro y su esposo se acercaban.

—Salió con Matsuri-chan —respondió la mujer—. ¿No crees que son realmente lindos? Me encanta que Gaara tenga una novia y que esté tan entusiasmado.

Kankuro observó que su madre iba a servir el desayuno, pero rápidamente la detuvo, llevándola hacia la mesa.

—Mamá, hoy es tu cumpleaños, deja que te atendamos —dijo el castaño, yendo hacia la cocina junto a Temari.

Ella y su esposo se quedaron a solas en la mesa, a lo que Karura sonrió por ver lo serviciales que estaban siendo sus hijos, todos los años se comportaban así, incluso si el resto del año se volvían unos consentidos.

—He estado notando a Gaara mucho menos rebelde y difícil —dijo Rasa, tomando las manos de su esposa por encima de la mesa. Él no era un hombre que demostrara seguido sus emociones, aunque Karura siempre había sido la excepción, por algo se había casado con ella—. Me alegra que esté mucho mejor.

—A mí también —la mujer miró de reojo hacia la cocina, procurando que sus hijos no se acercaran aun, cuando se aseguró de ello, le robó un beso a su marido, el cual le mostró una sonrisa—. ¿Me vas a llevar a cenar hoy? Es mi cumpleaños, me lo debes.

Rasa asintió, carraspeando su garganta al ver que Temari y Kankuro se acercaban.

—Claro, no lo olvido —respondió, sentándose correctamente y soltando las manos de Karura, la cual solamente dejó salir una pequeña risita, sabía lo vergonzoso que era él cuando había más gente a su alrededor.

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Las calles de la ciudad eran muy transitadas los fines de semana, la gente iba de aquí para allá, por eso, Matsuri sostenía muy firmemente la mano de Gaara, no quería soltarlo y perderlo de vista. Su novio iba medio distraído, su mente continuaba divagando sobre el hecho de que Sari fuese su amiga de la infancia.

—¿Qué te parece esta tienda, Gaara-kun? —preguntó la castaña, señalando el local de regalos, cuya vitrina estaba llena de cosas muy bonitas. Él no le respondió, así que Matsuri frunció el ceño—. ¿Gaara-kun? —insistió, de verdad estaba preocupada por él, algo no estaba nada bien.

—Perdona —Gaara soltó un suspiro, era el colmo que ni siquiera pudiera prestarle atención a su novia, no tenía que ser así, ya aclararía las cosas con Sari después—. Estaba distraído, pero ¿entramos a esa tienda?

Ella asintió con la cabeza, mostrándole una sonrisa.

—Creo que podemos encontrar algo lindo —aseguró.

Gaara apretó su mano y asintió con la cabeza, ingresando con ella al establecimiento. La mayoría de la clientela era femenina, así que apenas lo vieron entrar, se pusieron a murmurar sobre lo guapo que era y la lástima que les daba que un chico como él tuviera novia, ni siquiera se molestaban en disimular el volumen de su voz, por lo que, tanto Matsuri como Gaara, escuchaban todo perfectamente.

No Me OlvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora