Agridulce verdad Parte 2

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Se viene mucho drama y tragedia en esta parte. ):

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El resto de la noche, la mayoría de los estudiantes la pasaron alrededor de la fogata, contando historias, cantando canciones y riéndose de chistes bobos, por supuesto, no faltó quien interrogara a Gaara y Matsuri sobre por qué habían tardado tanto, pero ambos se hicieron los locos. A eso de las doce, cuando él terminó de hablar por teléfono con su madre y el resto de su familia, que le desearon feliz cumpleaños, Gaara regresó junto a los demás, ya que se había alejado para hablar más tranquilo.

Cuando se sentó junto a Matsuri, todos estaban sumamente callados y se lo quedaron mirando, al principio no le tomó importancia al asunto y se llevó un malvavisco a la boca, pero cuando notó que no le quitaban la vista de encima, se sintió incómodo y frunció el ceño.

—¿Pasa algo? —preguntó confuso.

Naruto, que estaba cruzados de brazos, empezó a asentir con la cabeza, con los ojos cerrados.

—Así es, pasa algo —contestó el rubio, mostrando una enorme sonrisa—. ¡Ya es tu cumpleaños, amigo!

—¡Feliz cumpleaños! —se escuchó al unísono de parte de todos sus compañeros, por lo que Gaara no pudo evitar sorprenderse, jamás se había llevado tan bien con la gente de su clase en años anteriores, todos solían temerle y alejarlo, así que era bastante conmovedor que todos supieran de esto y que le dieran felices deseos.

Sasuke apareció sosteniendo un pequeño pastel con velitas, traía cara de amargado, era obvio que lo habían obligado a sostenerlo, seguramente Sakura.

—Oh, chicos, no era necesario —dijo Gaara, sintiendo que su novia tomaba su mano, sonriéndole, ahora entendía por qué Naruto estaba tan ansioso por que volvieran, le tenían preparada una sorpresa bastante bonita.

La castaña se levantó y recibió de manos de Sasuke el pastel, acercándose a su novio —Pide un deseo, Gaara-kun.

Estaba seguro de que había sido Matsuri quien orquestó todo esto, incluso si se trataba de una celebración improvisada, era un muy bonito detalle, realmente le gustaba como era su vida ahora, tenía amigos, gente con quienes podía llevarse bien, y también tenía a Matsuri, la chica que amaba como un loco, que hace apenas unas horas había sido completamente suya.

Una leve sonrisa se le dibujó en los labios, poniéndose de pie para acercarse a Matsuri y soplar las velas del pastel, que tenían la forma de un uno y un siete, representando sus recién cumplidos diecisiete años. El deseo que pidió fue bastante simple, sólo quería seguir estando con todos mucho más tiempo, sobre todo con Matsuri, que era la persona que más lo hacía feliz en el mundo.

—¡Que muerda el pastel! —exclamó Naruto.

—¡No, denme primero! —se escuchó gritar a Chouji, a lo que todos se empezaron a reír, incluso el profesor se estaba divirtiendo con las locuras de sus estudiantes, a pesar de que siempre había sido bastante serio frente a ellos.

Desde su asiento, aislada y alejada del resto, Sari sólo mantenía el ceño fruncido, mientras su mano derecha agarraba con firmeza la muñequera que supuestamente era el recuerdo de su amistad con Gaara, la cual en realidad pertenecía a Matsuri. Se la arrancó con rabia y miró en otra dirección, ya no quería seguir siendo testigo de aquellas cursilerías, además, Matsuri se las iba a pagar todas.

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Los chicos habían pasado toda la noche en el campamento, así que al día siguiente, muy temprano, empezaron a levantar todo y a limpiar, ya que no podían dañar la propiedad o les sacarían una multa. Durante la tarde regresarían a Tokyo, por lo que tenían que darse prisa.

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