Mi persona especial Parte 1

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Ambos caminaban de regreso a casa, Matsuri todavía estaba preocupada por el "ataque" que había sufrido Gaara hace un rato, así que no había soltado su mano en todo ese tiempo. Cuando ya estaban frente a la casa del pelirrojo, se detuvieron, mientras la chica apretaba un poco más el agarre de sus manos.

—¿Seguro que estás bien? —insistió ella, frunciendo ligeramente sus labios en un puchero infantil, mientras Gaara sólo la miraba fijamente, dibujando una pequeña sonrisa con sus labios al ver aquella expresión tan adorable en el rostro de la joven.

—Estoy seguro —respondió él, sosteniendo la otra mano de Matsuri, sin apartarle la mirada ni por un segundo—. Te preocupas demasiado, boba.

Los grandes ojos negros de la chica tampoco se apartaban de la figura masculina, incluso si estar frente a Gaara la ponía nerviosa, no podía dejar de verlo, de admirar su bello rostro, el color de sus ojos, aquellos labios que tanto le gustaría probar, aunque ni siquiera supiera cómo.

—No puedo evitar preocuparme por ti, Gaara-kun —dijo la castaña, soltando una de las manos de su amigo, para poder acariciar su mejilla suavemente—. No sé qué haría si te sucediera algo malo... no podría perderte de nuevo... —confesó, con la cara ardiendo de vergüenza, pero con la suficiente valentía de continuar sosteniendo su mirada.

—¿De nuevo? —él frunció el ceño, pues no había entendido las palabras de Matsuri, no estaba seguro de a qué se refería ella, por su parte, al darse cuenta de lo que había dicho, Matsuri se puso nerviosa, mirando hacia un costado y luego al suelo, mientras apartaba su mano del rostro ajeno.

—N-no me hagas caso —respondió con urgencia, un poco más y se hubiera metido en un gran problema; Gaara no podía saber, bajo ninguna circunstancia, lo que ella le había estado ocultando—. Gaara-kun, yo... —estaba a punto de decir algo, pero se vio interrumpida cuando el pelirrojo, sin ningún aviso, simplemente la abrazó cálidamente, dejándola sorprendida.

—Matsuri, gracias... hoy lo pasé bien —comentó él, casi susurrándole al oído, lo que provocó que el cuerpo entero de la chica temblara y se sacudiera como gelatina, ¿acaso Gaara no sabía lo que causaba en las mujeres? ¿O solamente se hacía el tonto? Como fuera, ella simplemente correspondió al abrazo, era la primera vez que él hacía algo parecido, las veces anteriores, había sido ella la impulsiva, así que no podía dejar de sentirse abrumada y algo feliz.

—También yo —respondió la chica, rodeando con sus brazos el cuerpo del pelirrojo. Se quedaron así durante varios segundos, en completo silencio, tan sólo disfrutando de la compañía y el calor del otro, hasta que, de pronto, un incesante carraspeo les hizo separarse.

Cuando Matsuri y Gaara miraron hacia un costado, notaron que el padre de la primera estaba de pie ahí, junto a su auto. Ryu acababa de llegar del trabajo, encontrándose de lleno con la escena de su preciosa hija, abrazada al apuesto y seductor –pulpo– hijo menor de sus vecinos, parecía una verdadera y horrenda película de terror para él.

—¡P-papá! —exclamó Matsuri, separándose de golpe del pelirrojo, el cual sentía su cara ardiendo, estaba seguro de que estaba más rojo que su propio cabello.

El hombre, mirándolos a ambos con la expresión más seria y terrorífica que tenía, sonrió en modo psicópata, haciéndole un gesto a su hija para que entrara a casa.

—Cariño, es hora de que hagas tus tareas de la escuela y vayamos a cenar —habló, luciendo más tétrico de lo normal, lo que provocó que la castaña asintiera con la cabeza, tiesa como un robot.

—N-nos vemos mañana, Gaara-kun —antes de despedirse del pelirrojo, hizo una leve reverencia, corriendo hacia el interior de su casa. Su padre, que se quedó afuera hasta verla entrar, miró a Gaara, el cual estaba paralizado, tan sólo le hizo un gracioso ademán de "te estoy vigilando" y se fue detrás de su hija, más tarde volvería para meter el auto a la casa.

No Me OlvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora