Confesión de amor Parte 1

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Si acaso estaba soñando en ese momento, más le valía que no abriera nunca los ojos, porque ella no quería despertar. Así, mientras sentía los labios de Gaara sobre los suyos, Matsuri correspondía torpemente, casi como si se tratara de una niña aprendiendo apenas a andar en bicicleta. El chico se separó después de casi dos minutos de estarla besando, ella ni siquiera sabía que un beso podía ser tan largo, estaba sorprendida y todavía más nerviosa que antes, pero se sentía feliz, estaba tan feliz que podía llorar.

—Matsuri... —la llamó el pelirrojo al separarse, casi todavía tan cerca de ella, como para que sus palabras y el tono de su voz la hicieran temblar—. Matsuri, me gustas... —repitió entonces, causando que miles de mariposas revolotearan en el estómago de la más baja, que apenas y era capaz de hilar algún pensamiento coherente.

—¿L-lo dices en serio? —cuestionó. Sentía el rostro arder de vergüenza, el pulso acelerado, su respiración era un desastre, jamás había pensado que algo como esto ocurriría. Cuando ella y Gaara eran niños, nunca pensó que un día, años después, sería él quién le robaría su primer beso, que iba a ser él la persona de quién ella se enamorara por primera vez. Nunca imaginó que Gaara iba a convertirse en aquel que la llevaría a ver el cielo con tan sólo sonreír.

—Sí —Gaara hablaba con seriedad y firmeza, se notaba que no había ni un atisbo de duda en su voz, aunque, por dentro no estaba mejor que Matsuri. Su pulso también estaba acelerado, su respiración agitada ante el deseo de volver a besarla, sus piernas estaban firmes, pero sus manos temblaban, pues no sabía lo que ella iba a responder, o más bien, podía asegurar que Matsuri lo iba a rechazar, ya que a ella sólo le interesaba su amistad. Aun así, quiso comprobarlo por sí mismo y, mientras se alejaba un poco de ella, la miró fijamente—. ¿Y tú, Matsuri? ¿Qué sientes por mí?

La castaña movió su boca para hablar, pero apenas un pequeño sonido se escuchó, la voz de una de sus amigas la interrumpió.

—¡Matsuri! —exclamaba Sari, la cual corría hacia ellos alegremente—. Oye, ¿qué haces aquí? ¡Vamos a bailar junto al fuego! —antes de que su amiga pudiera replicar, la chica de larga cabellera la jaló del brazo y se la llevó consigo, no sin antes, dedicarle una enigmática mirada a Gaara, quién sólo frunció el ceño.

En ese momento, él pensó en dos cosas; que debería haberle contado a Matsuri que no confiara en esa traidora que hablaba mal de ella a sus espaldas y, la segunda, que no dejaba de pensar en las palabras de Sari antes del inicio de la obra, ¿qué era lo que ella sabía acerca de su amiga de la infancia?

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Inuzuka Kiba no era un chico extremadamente popular con las mujeres, pero solía tener su cierto "arrastre" cuando iba a fiestas y le echaba el ojo a alguna joven que le pareciera atractiva. Él tenía pinta de salvaje y matón, pero en realidad era muy amable y caballero, se preocupaba por los demás -a su manera- y era empático cuando le era necesario. Pero una cosa que lo estaba volviendo loco en aquel momento era ver como la chica que le gustaba y uno de sus mejores amigos, bailaban, charlaban y reían cual parejita de tórtolos. Él había hecho de todo para que Hinata lo tomara en serio, llevaba muchos meses sintiendo aquella atracción por la Hyûga, solía invitarla a salir seguido, pero siempre era rechazado, hasta que ella por fin salió en una cita con él, pensó que las cosas estaban cambiando, pero Hinata había vuelto a ser distante desde que Naruto se había sumado a la ecuación.

—Tsk... —masculló con enfado y celos, estaba furioso, pero sabía que no podía hacer nada, que esa chica no le pertenecía y no la podía celar.

—Ah, Naruto... —se escuchó una voz femenina casi a un lado de él, seguida de un sentido suspiro. Kiba miró hacia un costado y descubrió a una hermosa chica de larga cabellera rubia y ojos violáceos, hermosos, la cual estaba observando lo mismo que él veía hace un momento.

No Me OlvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora