Se dejó caer sobre su cama con una sonrisa en sus labios. Hoy no había estado tan mal, al final del día Gaara no se portó tan grosero, aunque sí era muy pesado, ella era capaz de seguirle el juego y era divertido.
—Al final volveremos a ser amigos, ya verás... —se dijo ilusionada, aunque en realidad estaba pensando que esto la hacía más feliz de la cuenta, pero ¿qué más daba?
Después de darse unas cuantas vueltas en su cama y de terminar su tarea, decidió darse un baño, pues ya faltaba poco para la cena y no tenía ganas de bañarse muy tarde.
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Gaara estaba en su habitación oyendo música, le gustaban las canciones con mucha guitarra y las voces guturales, esas que casi le dejaban sordo cuando las oía. Estaba muy concentrado siguiendo la letra, con los audífonos puestos, cuando de pronto alguien abrió la puerta de golpe, dándole un pequeño susto.
—¡Gaara! —lo llamó su mamá enojada, llevándose una mano a su cintura—. He estado llamándote desde hace rato, pero claro, ya veo por qué no me respondías.
El pelirrojo se quitó tranquilamente los audífonos, apagando el reproductor para mirar a su progenitora, que se veía muy molesta.
—¿Sucede algo? —interrogó como si nada, bastante despreocupado, pues la verdad no le interesaban los problemas de otras personas que no fuesen él mismo, ni siquiera si se trataba de su madre.
—Así es, ¿sabes dónde están tus hermanos? Ninguno ha llegado aún.
—No tengo idea —respondió Gaara desinteresado, lo que realmente molestaba a Karura, pues su hijo parecía desconectado del mundo que lo rodeaba, nada le llamaba la atención y eso le preocupaba mucho.
—Gaara, ya que eres el único que está en la casa, entonces te lo pediré a ti, quiero que vayas donde los vecinos y les preguntes en donde queda el bazar más cercano, necesito unas cortinas nuevas —dijo la mujer castaña en tono de amabilidad, pero Gaara sabía que le estaba ordenando, así que ni siquiera dijo algo, simplemente se levantó y se dirigió a la casa de los vecinos, obviamente sin dejar de bufar primero.
Karura sólo suspiró, su hijo estaba cada vez más irritable y no hallaba la forma de que se le quitara ese humor de perros, si tan sólo pudiera volverlo a como era antes...
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En su cuarto, Matsuri estaba a punto de comenzar a quitarse la ropa para meterse a bañar, cuando un grito de su madre la distrajo, interrumpiéndola.
—¡Matsuri, baja que necesito un favor!
La castaña suspiró.
—¡Ya voy, mamá! —respondió algo fastidiada, pues le habían interrumpido sus planes. Como desde hace rato ya se había cambiado, poniéndose una pollera de cuadros rojos, corta de color negro, una blusa de mangas largas color crema y unas zapatillas negras de caña larga. Tomó una campera que estaba sobre su cama y bajó, ya que comenzaba a hacer frío, sin embargo, no se esperaba encontrarse con cierto chico pelirrojo.
—Matsuri, necesito que ayudes a este amable joven y lo lleves al bazar —le dijo su madre con una sonrisa, pero la joven aún no salía de su trance, estaba sorprendida de verlo a él precisamente en su casa y más por la forma en que de pronto comenzó a mirarla.
Gaara pov.
Que fastidiado me sentía, tener que hacerle favores a mamá era lo último en mi lista de prioridades, sin embargo, si no lo hacía ella me castigaría, a fin de cuentas, ella era mi madre y yo aún era menor de edad, me faltaba al menos un año y medio para poder mandarme solo, así que sin rechistar salí a cumplir con el encargo.
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No Me Olvides
Romance"Él le prometió que nunca la olvidaría, pero las promesas no siempre se pueden cumplir." Gaara y Matsuri eran amigos de la infancia, hasta que él y toda su familia debieron mudarse a otra ciudad. Gaara le prometió que nunca se olvidaría de ella y qu...