Tenten se encontraba en el parque, ya se había cambiado el uniforme de la escuela, había llevado una muda de ropa, pues no le daba tiempo de regresar a su casa a cambiarse, pues vivía bastante lejos. Estaba muy emocionada por salir con Neji, pero después de un rato la emoción se había ido; había pasado media hora desde que él ya debería estar ahí y ni siquiera le había llamado, así que ahora mismo se sentía decepcionada y triste. Realmente creyó que esta vez sería diferente, que Neji llegaría, pero no, no aparecía.
Estaba haciendo lo posible por no llorar, de verdad odiaba ser una chiquilla sentimental y chillona, pero incluso ella tenía esos sentimientos, esas ganas de querer compartir el tiempo con la persona que amaba y la frustración de no poder hacerlo, así que no pudo evitar dejar que una lágrima recorriera su mejilla, deslizándose hasta su barbilla para luego perderse.
Decidió que lo mejor sería ir a casa, así que comenzó a dar cortos pasos desganada, mirando al suelo. Entonces chocó su frente contra el torso de alguien.
—¿A dónde vas? —la voz de Neji le hizo levantar la mirada rápidamente—. ¿Por qué llorabas? —el chico de ojos perlados frunció el ceño al darse cuenta de que su novia tenía los ojos húmedos y claramente se veía una ligera marca de lágrima sobre su rostro.
—N-Neji...
El recién nombrado tan sólo suspiró, jalando a la más baja por la muñeca, para rodearla con sus brazos.
—Siento llegar tarde, no llores por favor —le susurró, abrazándola.
Tenten tan sólo asintió, tenía muchas ganas de llorar, pero estaba feliz porque Neji esta vez sí había llegado.
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Gaara se encontraba en su habitación, realizando un poco de tarea. Realmente no le gustaba hacerlas, en sus anteriores escuelas solía saltarse todo eso y le daba igual tener malas calificaciones, siempre buscaba que lo expulsaran, metiéndose en problemas. Pero por alguna razón, esta vez era diferente. En realidad, él tenía muy claro cuál era el motivo de su permanencia en esa escuela; la torpe vecina que no dejaba de hacerlo sentir tan feliz siempre que la veía.
—Permiso, cariño —escuchó la voz de su madre, seguido de unos golpecitos a su puerta. Ella no esperó una respuesta antes de entrar, tan sólo abrió, acercándose a su hijo, el cual se encontraba sentado en el escritorio con sus libros y cuadernos—. Te traje algo de comer, pequeño.
Ella dejó sobre el escritorio una pequeña bandeja con unos cuantos bollos y un poco de té, a lo cual su hijo tan sólo asintió con la cabeza.
—Gracias —le respondió, cogiendo uno de los bollos para llevárselo a la boca y darle un mordisco.
—¿Y cómo vas con la pequeña Matsuri?
Ante la pregunta de su madre, Gaara se atragantó escandalosamente. Comenzó a darse golpes en el pecho, mientras Karura sólo se reía, ¿acaso su hijo podía ser más obvio? El pelirrojo bebió un poco de té y, finalmente, logró pasar el trozo de comida, mirando a su madre con sorpresa. Ésta simplemente dejó salir una pequeña carcajada.
—Gaara, cariño, no fue difícil darme cuenta —le aclaró, antes de ser interrogada—. Es ella, ¿no? —pudo observar como el rostro del menor de sus hijos comenzaba a tornarse de color rojizo, era muy leve, pero se notaba sobre su piel de porcelana—. No debes avergonzarte, no tiene nada de malo que te guste alguien, ¿sabes?
—Mamá, esto es vergonzoso —el chico frunció el ceño un poco—. Yo sé que no es algo malo, pero... bueno, igual sólo somos amigos, no es para tanto —desvió la mirada.
—Oh, ¿no se lo has dicho? —Karura se acercó nuevamente a Gaara, tomándole de la mano—. Está bien si decides no decirlo por el momento, hijo, pero no debes quedarte callado para siempre, no sabrás si eres correspondido a menos que lo intentes.
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No Me Olvides
Romantizm"Él le prometió que nunca la olvidaría, pero las promesas no siempre se pueden cumplir." Gaara y Matsuri eran amigos de la infancia, hasta que él y toda su familia debieron mudarse a otra ciudad. Gaara le prometió que nunca se olvidaría de ella y qu...