Sari estaba en su habitación, un enorme cuarto completamente decorado de artículos amarillos, pues ese era su color favorito. Los muebles, las paredes, todo tenía algo de ese color, hasta el edredón de su cama.
—Ah... Gaara... —soltó un suspiro, ilusionada. Apenas hoy había conocido a ese muchacho, pero ya la traía en las nubes, era la primera vez que alguien le llamaba así la atención. La verdad era que a sus dieciséis años ya había tenido algunos novios, pero ninguno de ellos le había hecho sentir esa atracción extrema que Gaara le provocó son sólo verlo una vez.
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El nuevo día había llegado tan brillante y esplendoroso como siempre, o lo era para Matsuri, quien se levantó más animada que nunca. Al fin había encontrado a su querido amigo Gaara, a pesar de que él no la recordaba, no importaba, mientras pudiera estar junto a él y seguir siendo su amiga eso era lo de menos.
—¡Ya me voy a la escuela, mamá! —avisó antes de salir, llevándose una tostada a la boca. Su madre salió a mirarla, dándose cuenta de que nuevamente llevaba mal puesto el uniforme, pero era inútil, esa niña era imposible de corregir.
—Esta Matsuri... —susurró.
La castaña por su parte salió de la casa dando pasitos de felicidad, hasta que se topó afuera justamente con la persona a la que deseaba ver. Él le daba la espalda.
—¡Buenos días, Gaara-kun! —le gritó, haciéndolo dar un salto del susto que le metió. Pero eso no fue todo, hubo algo más, la forma en que le llamó realmente lo había perturbado, así que se volteó rápidamente a ver a esa persona, pero se decepcionó un poco.
—Ah, sólo eres tú, niña distraída —le dijo, restándole importancia a su presencia, mientras una venita se marcaba en la frente de Matsuri.
—Está bien que sea mi adorado amigo, pero aun así es un pesado, y no lo soporto —pensó, apretando los puños y tratando de contener su enojo, el cual disimuló con una alegre y dulce sonrisa—. ¿Cómo has estado, Gaara-kun? ¿Cómo fue tu primer día en la escuela?
Bien, no era buena para acercarse a las personas, era obvio que a Gaara no le agradaba mucho su presencia, pues la cara que ponía al mirarla se lo dejaba más que claro, pero lo que en verdad pasaba era que a Gaara le inquietaba cuando ella le llamaba Gaara-kun.
—Hmp, no te incumbe —dijo fríamente, notando de reojo la expresión de reproche y por lo demás completamente infantil de la joven a su lado, que se cruzó de brazos molesta. Eso le hizo reír levemente, de verdad que su tonta vecina era muy graciosa—. Mas bien dime tú, ¿ya has dejado de ser tan torpe?
—¡Hey! —le reclamó Matsuri ofendida, pero justo cuando iba a decirle algo más, se aparecieron Temari y Kankuro, ambos sonriendo y charlando animadamente, hasta que se toparon con la parejita.
—¿Otra vez juntos? —bromeó Kankuro, al notar que por segundo día consecutivo su hermano se encontraba "hablando" con la vecina—. Veo que se llevan muy bien —sonrió.
—Cállate —fue todo lo que dijo el pelirrojo. Matsuri le miró, le dio una patada al suelo y le sacó la lengua a Gaara, ante la total indiferencia de él y la sonrisa de los dos mayores.
—Yo no tengo por qué llevarme bien con un amargado como este, con su permiso, Temari-san y Kankuro-san, pero me voy a la escuela —dijo con el ceño fruncido, para luego encaminarse hacia su colegio, muy enojada por la actitud de Gaara, pero cuando ya estaba algo retirada, sonrió dulcemente, no sabía por qué, pero le agradaba pelear con él, era una relación totalmente diferente de la que solían llevar—. Es un tonto —susurró, borrando la sonrisa.
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No Me Olvides
Romans"Él le prometió que nunca la olvidaría, pero las promesas no siempre se pueden cumplir." Gaara y Matsuri eran amigos de la infancia, hasta que él y toda su familia debieron mudarse a otra ciudad. Gaara le prometió que nunca se olvidaría de ella y qu...