Capítulo Dos.

82 28 11
                                    

Viajar en avión no es la parte más emocionante de un viaje de vacaciones, de hecho, la parte que a la mayoría de las personas no les agrada es el viaje, a veces viajar puede ser muy agotador, pero yo nunca me agoto cuando viajo en avión, de hecho, es la parte que más me encanta. El motivo es porque volar en los cielos es algo maravilloso, poder observar todo desde arriba, los paisajes, sentir que es el momento en que cambias de dinámica, de vida. Mi segundo placer de mi vida es la naturaleza, los bosques, océanos y animales, todo es propiamente equilibrado, pues cada objeto y ser tiene una función por la que existe.

En este momento viajo a Londres, mi lugar preferido en el mundo, después de mi ciudad, Nueva York, una ciudad donde la gente nunca se detiene y sobre todo donde mis amigos y yo crecimos. Los padres de Damián y Margaret son dueños de una aerolínea, por lo que ahora estamos en un avión privado, en un principio solo éramos, James, Kathia y el resto de mis amigos, pero a última hora se unieron los padres de Kathia, Joseph y Adriana,  aunque ellos iban por asuntos comerciales, de cierto modo yo también, pero planeamos quedarnos una semana para descansar.

Llevamos cuatro horas de viaje, cuando el avión empieza a sacudirse fuertemente, casi, como si fuera un terremoto aéreo, eso nos alerta a todos, sucede cuándo me encuentro escribiendo un par de líneas en mi diario, algo que inicie desde que tengo memoria, los chicos se despiertan asustados, los que ya estaban despiertos tienen miradas de confusión y de no saber que está pasando, se siente algo extraño, miro a James pero no me mira en ningún momento, ajusto mi cinturón en el último minuto, luego de unos minutos sin turbulencias me acomodo y me relajo. Yo, una persona que acostumbra a viajar mucho puedo decir que nunca había sentido una turbulencia de esa magnitud, si ocurren, pero suelen ser muy leves y para nada como un terremoto en el avión.

—¿Qué rayos fue eso? —pregunto mientras me suelto el cinturón y me levanto con cuidado del asiento por si ocurre de nuevo.

—No lo sé, pero eso nunca había pasado —dice Damián, quien tiene una enorme mancha de café en su camisa e intenta secársela.

—Niños, mantengan la calma, iré a la cabina de control, seguro no es nada —dice Joseph, si no fuera por la situación, ahora estaría riéndome, cada vez que Joseph nos llama niños es como si no aceptara el hecho de que ya crecimos, pero lo dejábamos consentirnos.

—Bueno, a lo mejor solo ha sido algo y ya — dice Margaret mientras observa a James, quien sigue mirando por la ventana como si buscara algo, aunque no sé qué podría encontrar.

—Sí, esperemos y no sea lo que estoy pensando, la últi...

—¡James! —grita Kathy—, mejor no nos preocupemos, ¿vale?, que el último accidente aéreo fue un error técnico, no vamos a morir.

—Vale —James me mira y luego observa a Kathia, solo asiente y Kathia lo mira molesta —, lo siento, ha sido sin querer.

—Déjalo, no ha hecho nada —le digo a Kathia, James puede estar asustado si quiere.

Lucy y Adriana, quienes estaban hablando entre sí, ahora observan atentamente nuestro intercambio de palabras, tomo mi asiento de nuevo, esperando que la normalidad vuelva y el susto que tuvimos se nos pase a todos. Luego de un rato volvemos a nuestras actividades que hacíamos, todos, menos James, quien ha estado observando la ventana todo el rato.

Aunque Joseph volvió y nos informó que había sido una falla en los controles, pero que fue arreglada inmediatamente. O al menos eso creímos todos, porque el avión empezó a sacudirse nuevamente, y esta vez más fuerte, trato de sujetarme el cinturón, pero se está convirtiendo en una misión imposible.

El resto sigue calmado mientras yo estoy entrando en pánico, lo cual me lleva más al pánico, James y Kathia observan a través de las ventanillas, mi diario cae al suelo e intento recogerlo, pero el cielo se vuelve totalmente oscuro, como si algo espeso nos está envolviendo. Es cuando grito, la oscuridad me aterra, pero eso no es una oscuridad normal, tiene vida propia, puedo sentirlo, y aunque sé lo loco que eso suena, es lo que es, y aunque las luces del avión siguen encendidas, no puedo parar de gritar, me levanto del asiento, pero es una mala idea y me doy cuenta hasta que estoy cayendo al suelo, pero antes de tocarlo alguien me atrapa, es Damián, me está hablando, pero no entiendo que dice, pero está intentando calmarme.

­­—¡Diablos, no! —grita James furiosamente, se levanta de su asiento, seguido de Kathia—, esto no debió pasar nunca.

—No podremos aguantar mucho con ella —dice Kathia señalándome, algo tiembla en mi interior e intento soltarme de Damián, pero solo me sujeta más fuerte. Lágrimas empiezan a caer por mis mejillas.

—Podemos intentar derrotarlos —dice James mientras le indica a Joseph que vaya a la cabina de controles. —Revisa en la cabina de controles, Joseph.

—En otras circunstancias podríamos ganarle— dice una enojada Margareth—, pero ella es humana.

—Hazte cargo de ella James —dice Adriana mientras sigue a Joseph a la cabina de controles, a la vez que pierdo mi rayo de esperanza de que todo esto era solo una broma, se supone que ella y mi tío eran los adultos en esta situación.

—¿Qué está pasando? —pregunto en susurros, pero nadie me escucha, más que Damián— ¡Que alguien me diga que es esto!, ¿Por qué actúan así?

—Nena, necesito que confíes en nosotros — me susurra Damián, me dejo caer en el suelo y veo a James frente a mí, cuyos ojos están diferentes, justo como en mis sueños, su piel se cubre de un humo color púrpura brillante y su ropa es sustituida por otra que parece un uniforme de guerra, pantalón negro y camisa blanca cubierto con una chaqueta y dos espadas en su cinturón que se unen a dos cables en su espalda, sus manos están cubiertas por guantes de cuero con unos botones de metal, se quita uno de ellos y seca una de mis lágrimas que cae por mis mejillas. —Todo estará bien, esto pasará rápido.

No sé qué hacer, no puedo mover ningún músculo de mi cuerpo, estoy paralizada, no puedo hablar, solo observo a mi alrededor, el resto de mis amigos también lucen distintos, pero sus ojos son lo que más me han impactado, mis sueños siendo una realidad.

—Podremos usar el portal —informa Margareth desde algún lado del avión, no puedo verla, pero sé que ella tampoco es ignorante a lo que está pasando.

—Esto será difícil —responde James sin dejar de mirarme, sigo hipnotizada por sus ojos, me toma entre sus brazos y yo lo dejo hacer, no tengo fuerzas para defenderme, pero puedo sentir la delicadeza con la que lo hace, me abraza y nos envuelve en un humo purpura, produce un pequeño cosquilleo sobre mi piel, sujeto mis brazos alrededor de su cuello y me muevo lo suficiente para ver que mi ropa ahora es diferente. Estoy asustada, no quiero estar así con él, pero tampoco quiero que me suelte. No estoy segura de que alguna vez haya conocido bien a cada uno de los presentes.

Me sujeto más a James, quien me abraza más fuerte en cuanto siente la fuerza con la que me sujeto a él, levanto la mirada de su hombro, y puedo ver a través del reflejo en una de las ventanillas que todos están envueltos en una fina capa de humo, de distintos colores. Damián de color rojo, Kathia de un fuego azul claro, Lucy envuelta en un color rosa pálido,James y yo de un color purpura, que poco a poco empieza a tornarse borroso, mi cabeza duele un montón, puedo sentir como estoy perdiendo la batalla contra el hecho de perder la consciencia, pero algo me está aplastando en mi interior, me rindo y me dejo caer, pero no sin dar un vistazo a las ventillas y ver mis ojos morados, como en mis sueños, así que posiblemente esto es uno de mis extraños sueños, uno muy vívido.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora