Capítulo Cuarenta

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Al volver al edificio, que era nuestro refugio, James nos estaba esperando junto a Juran y Santiago, quienes lucían muy agotados, las cajas de las piedras estaban bajo el poder de James.

—No puedo creer que no estuvieran aquí —dice Juran quien estaba sentado en el sofá, con los pies en una mesa de madera, tenía una computadora en sus manos y parecía estar trabajando muy arduamente—, es peligroso salir para ustedes dos.

—Nadie nos siguió —aclara Jaden—, si es lo que temes, me asegure de eso.

—No, chicos —dice James, quien tiene una computadora de tecnología aluriense, quien sabe de dónde la había sacado—, hermana mía, la próxima vez que salgan me avisan, no es seguro, alguien debe saber dónde están.

—Ah —expresa Jaden mientras camina hacia James y analiza lo que sea que esté haciendo James—, la próxima vez te pido permiso papá.

Suelto una risa, pero la disimulo con una tos en el momento que James me mira seriamente.

Santiago nos dirige un rápido saludo sin desviar su vista de su teléfono, puedo ver desde mi posición que está en sus redes sociales, guardo una sonrisa.

Sophie se acerca a mí y pasa su brazo por mis hombros, me tenso un poco antes de permitirme relajarme, sigo sin acostumbrarme mucho al tacto humano.

—No sé cómo hiciste para soportar a tu hermano, vivir con él y aguantarlo cada día—se lleva una mano a su frente como si estuviera a punto de desmayarse—, yo apenas si he sobrevivido.

—Nunca viví con él —digo, puedo notar como James fija su mirada en su computador, Jaden me observa fijamente y Sophie suelta su agarre y empieza a jugar con su pulsera, esta avergonzada—, de hecho, supe que era mi hermano cuando supe quién era yo.

—Perdona, no quise ser grosera.

—No hay problema—le digo, me acerco a James y Jaden, dejando a Sophie sola—, esto solo fue culpa de Nick.

Me doy cuenta que mientras yo he vivido sin saber nada, ellos han tenido que vivir extrañándome a cada momento, queriendo decirme la verdad, pero sin poder hacerlo, todo a causa de Nick.

—Vivimos a su alrededor —dice James mirándome, puedo notar la tristeza que eso le trae—, pero sin nunca decirle lo que éramos, queríamos, pero no podíamos, nuestros asesores hicieron compras de acciones en las empresas y así fue como todos terminamos siendo dueños de las empresas, pues quien es hijo de reyes en Aluris quiere seguir con el mismo lujo aquí, bueno eso es tema de otro día, después de todo por eso nuestros gerentes llevan nuestras empresas.

— No importa eso ahora—dice Jaden besándome la frente—, ahora está aquí con nosotros, no tiene caso ocultarla más, Nick ha dado con ella y nos quiere a los dos.

— Vaya que historia más trágica—dice Santiago desde donde está—pero lo que yo quiero saber es que, si eran seis chicos alurianos, como hicieron para fingir que tenían padres y toda la cosa.

— Ah, eso—dice James como si estuviera preguntando la cosa más estúpida del mundo—, fácil, los duques y duquesas tenían la orden de cuidar de nosotros y de paso hacerse pasar por nuestros padres, así fue como creamos la imagen perfecta para que nuestra Astrid no sospechara nada.

—De hecho, nunca sospeche nada —hago una mueca—, pero aún me resulta extraño aceptar que quienes yo creía que eran sus padres no lo son.

—Es comprensible —dice Jaden—, tenían que ser ellos porque ese es tu equipo de combate y bueno, ellos también estaban en peligro.

—Demasiado confuso para mi cerebro —dice Juran — y eso que soy muy inteligente, jamás entenderé sus movimientos, pero son muy efectivos.

—¿Mi equipo de combate? —pregunto a nadie en específico, a la vez trato de entender lo que hace James en el computador—, ¿Qué haces?

— Veras, cuando los reyes principales tienen hijos, a este se le asigna un equipo de combate, que por lo general, son los hijos entre uno y dos años de los duques, es el equipo que batalla junto al príncipe o princesa cuando pues, hay una batalla no —suelta una risa—, tú y yo compartimos nuestro equipo de combate, pero esta vez se nos fueron asignados los hijos de los otros reyes, con el fin de protegerlos a ellos enviándolos a la tierra con nosotros, y a fin de cuenta todos terminamos siendo amigos, bueno menos Lucy.

—¿En qué momento ustedes entrenaron? —pregunta un curioso Santiago.

—Viajaban de vuelta a Aluris cuando no estaban con Astrid, que por lo general era bastante tiempo, y cuando lo hacían era para aprender todo lo que debían conocer.

—Por eso a veces no nos veías por días Astrid.

Todo encaja, todo fue tan bien elaborado, de pequeña no era necesario pasar con ellos, de hecho, ni les hablaba, pero poco a poco se fueron acercando a mí, como si en realidad nunca me conocieran, como si ellos me hubieran conocido en la escuela o en los eventos de nuestros tutores, todo muy elaborado.

—Jamás me hubiera dado cuenta, vivía como si fuera humana.

—Exacto—dice Jaden, hay un silencio durante unos cuantos minutos, se puede percibir la tristeza de la situación vivida y lo que queda por vivir, hasta que se rompe—, estamos tratando de localizar fuentes de energía oscura, eso nos puede llevar a la ubicación de Nick.

—No servirá de mucho—dice Juran—, ya que no iremos tras él, pero no está mal ubicarlo.

—¿Cuándo llega Elijah? —pregunta Jaden a Santiago.

—A las seis.

—Bueno—habla mientras mira su reloj—, tenemos unas cuatro horas para prepararnos, Juran sigue tratando de localizar a Nick, los demás vamos a organizar todo.

Y así lo hacemos.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora