Capítulo Trece

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Han pasado dos meses desde la primera vez que practique con Damián y Margareth, he estado tan ocupada entrenando y estudiando que apenas si he podido tener algo de tiempo para mí. La guerra ha golpeado con más fuerza. He estado algunas veces con Jaden, pero he estado tratando de huir de él esta última semana, pensaba que después de la charla que había tenido con Margareth sobre su otra mitad mis sentimientos disminuirían, pero no han hecho más que aumentar y cada vez que he estado con él mi corazón ha palpitado fuertemente.


—Aluris llamando a Astrid —dice Margareth mientras sacude una mano frente a mí rostro, le doy un leve golpe y hace una mueca de dolor. —¿En qué tanto piensas?


—Nada —respondo, me concentro nuevamente en mi objetivo, he avanzado mucho en el manejo de mis poderes, puedo hacer bastantes cosas que es imposible enumerarlos, en este momento intento hacer invisible a un objeto, no he me cuesta tanto, pero todavía tardo un poco en hacerlo.


—Deberías bajar al comedor —dice Margareth—, Damián se fue hace rato y yo tengo que equiparme.


Ha surgido un problema en la parte baja de la ciudad, se cree que hay un grupo de Oscuros de infiltrados, haciéndose pasar por grises, mi hermano James ha pedido que el escuadrón especial se encargue de esto, al que casi no he podido ver últimamente, siendo sincera casi no he podido ver a nadie, hemos estado tan ocupados que no hay momento de divertirnos un rato.

—Estaré muy preocupada por ustedes —le digo a Margareth—, por favor cuídense.

He pasado demasiado tiempo con Damián y Margareth para tener la certeza de que hay algo que no me están contando, no tiene nada que ver con su misión, tiene que ver conmigo y con Jaden y el asunto de las espadas, mis padres no han querido decirme nada, cada vez que pregunto, me repiten lo mismo, que no es momento, que me enfoque en mi progreso, he avanzado más rápido de lo esperado, todos están preocupados sobre eso, pero nadie me explica nada.


—No quiero bajar, no le veo el caso si nadie me cuenta nada —farfullo molesta.


Margareth suelta un suspiro y se dirige hacia la puerta—No podemos Astrid, nosotros no somos quienes debemos hacerlo, son tus padres y Jaden. Y no seas cruel con ellos, tienes sus razones.


Media hora más tarde estoy en el comedor almorzando mientras leo historia de Aluris en los últimos diez años, básicamente es un resumen de lo que ha pasado con la guerra, mis padres han bajado a comer hoy, al igual que James y Jaden, esta es una de las pocas ocasiones en las que han conseguido hacer tiempo y almorzar como es debido. Casi no duermen, pero no lo necesitan, en cambio yo lo hago por costumbre que por necesidad también.


—Astrid —me llama mi madre. Ahora puedo llamarlos así, pero ha sido todo un poco raro, sigo si hacerlo en vos alta, solo en mi cabeza —, deberías dejar el libro un momento, queremos hablarte de algo.

Levanto mi mirada y observo a Jaden primero, como casi siempre, una estupidez considerando que no quiero que sepa que me gusta o que siento algo por él.

—¿Sobre qué es? —pregunto, dejando de lado mi libro.


—Tu madre y yo —responde mi padre —, digo Rosalee y yo, pensamos que es momento de que conozcas a los ministros y que ellos te conozcan a ti, planeábamos organizar una pequeña fiesta, un poco de comida, nada grande, no podemos celebrar nada cuando el reino sigue en guerra.


—Pueden llamarse a si mismos mis padres —respondo —, es lo que son, solo es complicado que los llame así.


Ambos sonríen encantados, pero James interrumpe a lo que sea que fuera a decir Jaden.

—¿Crees que estás lista para tomar tu lugar de Princesa de Aluris? —pregunta el seriamente—, una vez que volvamos de nuestra misión es lo que haremos, presentarte como tal y tendrás que ocuparte de ciertos asuntos.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora