Capítulo Veintiocho

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Hay cinco autos afuera del edificio en el que nos encontramos, Jaden y yo tomamos un auto solo para nosotros dos, él no deja que nadie más nos acompañe, la noticia de Jaden sobre los portales cerrado está sobre nosotros, pero hasta no ver a James, no sabemos muy bien lo que ocurre, según Jaden, estará esperándonos en la casa de Kathia, la idea de regresar allí pesa sobre mis hombros, pero también tengo deseo de hacerlo, de ver la casa por última vez, vendí mi casa una vez que mis padre murieran, no tenía ni tengo deseo de volver a ese lugar, aunque a veces lo extraño.

—Por favor no me dejes sola — le pido a Jaden mientras nos dirigimos hacia la casa de Kathia. — No quiero estar con ellos, asustan un poco.

—Yo tampoco tengo intención de hacerlo, por ahora —Jaden toma mi mano en un intento por calmarme—, pero tengo la impresión de que estos chicos no son algo de que preocuparnos, pero quiero que me escuches con atención— fija su mirada en mí, veo seguridad y determinación— si sucede algo, defiéndete, a como sea, sé que nunca has matado, pero si debes hacerlo hazlo, yo no poder hacer nada pero tú sí.

—Esperemos que no pasé nada —trazo con mis dedos la línea del reproductor de música —no quiero tener que matar a alguien.

—Si puedo evitar que lo hagas, lo haré —dice con la vista fija en la carretera. Me percato de que aunque es su primera vez conduciendo en la Tierra, sabe como manejarse, como si hubiera estado aquí un tiempo.

—¿Alguna vez has estado aquí? —le pregunto girando en mi asiento—, lo digo por como conduces, y todo lo demás, no pareces estar perdido.

Una media sonrisa surge en sus labios, mantiene su mirada en la carretera. —Algún día te contaré esa historia, pero si, estuve un tiempo aquí, por ahora es un secreto.

Al cabo de unos minutos estamos en la entrada de la casa de Kathia, Jaden usa magia para abrir los portones, la casa está vacía, aparcamos enfrente del portón principal, pero antes de que podamos bajarnos llegan los demás autos, nos dirigimos al portón principal, Elijah y sus amigos nos siguen hasta la sala, una nueva característica aparte de que la casa está totalmente vacía es que los muebles han desaparecido, no hay absolutamente ninguno, es como si nunca hubiéramos estado allí. Toda prueba de que yo haya habitado alguna vez allí ha desaparecido. Nos dirigimos a una sala vacía, sin otro lugar más que el piso para sentarse.

—Que lugar tan vacío y sin vida —dice Elijah examinando el techo — por lo menos yo hubiera pintado de colores alegres.

—Es lo que hay —Jaden chasquea sus dedos e inmediatamente aparecen unas cinco sillas y una pequeña mesa— allí tienes tus asientos si tanto te cansa estar de pie.

—Pero que no era un insulto —Elijah levanta sus manos en señal de rendición —, era una observación.

Entran tres personas más sin incluir a Elijah, los demás se han quedado afuera por orden de Elijah, quien asumo es el líder del grupo. Debo decir que estar rodeada de Grises no es una sensación muy acogedora

—Da igual —le digo a Elijah —, nadie vive ya aquí.

— Habla de una vez— dice Jaden, mientras se sienta en una de las sillas, repito su acción— no tenemos todo el día.

—Seré breve, tratar de vivir fuera del gobierno del tirano, no es fácil, ahora he prohibido que un Gris este solo, siempre deben ir acompañados, para seguridad— mira a la única chica aparte de mí que ha entrado en la sala, Sophie—, pero nos ha estado asesinando, y ha hecho que nos veamos obligados a retroceder aquí, en la tierra.

—¿Qué pretendes que hagamos?— pregunto suavemente, sabía que los Grises vivían en la tierra, pero pensé que llevaban vidas normales como la que yo solía tener, pero nunca pensé que estuvieran acabando con ellos, aunque después de todos son traidores para el Rey Oscuro, por suerte no tiene alcance en un mundo que no posee magia, incluso ahora, la mía se siente asfixiada.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora