Capítulo Treinta y Cuatro

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Llevábamos dos horas esperando en el vestíbulo del castillo, era un poco amplio, ese día estaba bastante vacío, no había muchos turistas, no pudimos pasar las puertas sin ser reconocidos, y aquí estábamos esperando a uno de los guardias, habíamos ido en busca de la ubicación de los guardias de las piedras y a cambio habíamos encontrado a uno de ellos.

—Ven siéntate un rato —Jaden hizo señas a la silla de al lado, llevaba dando vueltas a la habitación más de media hora—, no harás nada si sigues dando vuelta, solo me desesperas.

Suspire y me acerque a él, me senté en la silla y apoye mi cabeza en su hombro, uno de los guardias de la puerta principal nos vio y no nos dejó pasar, pasamos una hora convenciéndolo de que necesitábamos ver a uno de los guardias, al final cedió, cuando dijimos que planeaban atacar al planeta tierra, pues el nuestro no les importaba mucho, "humanos" fue lo que dijo Jaden cuando este se fue. Nos había dicho que esperáramos en el vestíbulo y que no tocáramos nada, Jaden se burló de él diciéndole que podía volar y que no tocaría nada, ni el suelo, a lo que él dijo que no hiciera, quise reírme, pero no pensé que fuera conveniente.

—¿Por qué sonríes? —Pregunta Jaden mientras toma mi mano, había descubierto que le gustaba sostener mi mano, como si eso le dijera que yo era real.

—¿Cómo lo sabes?

—Puedo sentirlo

—Bueno pues, es que fue gracioso ver como se espantaba cuando le dijiste que no tocarías nada.

—Es que estaba siendo petulante y arrogante —percibí un poco de alegría en esa frase—, alguien tenía que enseñarle.

—Solo han pasado cinco meses desde que nos conocimos.

Se quedó en silencio durante unos minutos antes de hablar.

—Llevaba horas viéndote dormir —levante mi cabeza de su hombro y lo mire fijamente mientras un nuevo grupo de turistas entraba en la sala—, parecía que hubieran pasado años desde la última vez que te vi, recordé cada momento que teníamos de niños, con tus recuerdos se había ido la persona de todos conocíamos, pero estaba equivocado, seguías allí, de alguna manera seguiste siendo la misma desde que te fuiste, solo que más adulta, tenía miedo de que no correspondieras lo que yo sentía, me dije a mi mismo que no te presionaría y no diría nada —hace una breve pausa antes de continuar — que si no lo hacías te dejaría ir e hice prometer a todos los que sabían de nuestro compromiso que no mencionaran nada en absoluto, debemos casarnos, eso era un hecho desde nuestro nacimiento, pero hice todo lo posible porque nadie te mencionara este lado nuestro, sobre mis sentimientos y quería que eligieras tu camino.

—Creo que soy muy joven para pensar en matrimonios y mucho menos en estar comprometida— le sonreí para tranquilizarlo—, pero supongo que así es este mundo.

—No estamos comprometidos —dijo abruptamente.

—Pero tu dijiste que...

—Se lo que dije, pero no entre nosotros, es decir puede que sí, pero te lo pediré como se debe cuando sea el momento, no así, como algo que se debe hacer, hice que mis padres rompieran el compromiso, les dije que era mucho para ti, que no tenías idea de nuestro mundo y que viviste en un mundo donde estos matrimonios arreglados prácticamente no existen, y que podíamos gobernar sin estar casados.

Las lágrimas estaban cayendo a mares por mis mejillas, por suerte las personas que antes habían entrado se habían ido tan deprisa como entraron, Jaden me abrazo y me susurro que no era nada que nunca me obligaría a algo que no quisiera, pero demonios, amaba a ese hombre, era todo para mí, no podía poner en pocas palabras todo lo que sentía por él.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora