Capítulo Treinta y Siete

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Eran las dos de la tarde para cuando decidimos volver al edificio de los oscuros, o grises como ellos mismos se llamaban, pasamos un almuerzo bastante tenso, las preocupaciones que teníamos sobre lo que era capaz de hacer Nick nos tenía estresados, él podría haber venido por nosotros en cualquier momento, me empezaba a preguntar si hacíamos bien en confiar en Elijah, podría ser solo una víctima más de Nick, pero era extraño que nos hubiera sacado de Aluris y que horas después los portales se hubieran cerrado dejándonos fuera de nuestro mundo, no me di cuenta que ya consideraba Aluris como mi mundo.

—¿No creen que es algo extraño que Elijah nos hubiera sacado de Aluris y que poco después los portales se hubieran cerrado? — pregunto, metiendo mi cabeza entre el espacio que hay en los asientos delanteros, James convenció a alguien de que nos prestara su auto que le sería devuelto más tarde, pero dudaba de que eso fuera a pasar pues lo había obligado a darnos a su auto, era un bonito sedan azul, bastante nuevo, atractivo pero sin llamar la atención, la parte atractiva era cosa de James, él hubiera elegido algo más llamativo de ser posible.

—De hecho—dice James mientras se detiene en un semáforo—, si lo es, pero justo después de que ustedes desaparecieran en medio de aquel desastre, tuvimos que perseguir a los otros oscuros, atrapamos a unos cuantos y... Lucy se nos escapó y luego de todo el caos, perseguir y hacer un reconocimiento nos tomó varias horas cuando recibí la llamada de Jaden y estaban bien, se los dije a todos y vine enseguida, es todo lo que saben, pero no creo que estén tranquilos si no saben...

La luz del semáforo cambia a verde y antes de que nos demos cuenta un auto viene en dirección a nosotros a toda velocidad y todo empezó a moverse en cámara lenta, ese coche iba a atropellarnos, dudaba de que fuéramos a morir, pero iba a dolernos por todo el cuerpo, cerré mis ojos a la espera del impacto, pero jamás llego, sentí algo suave rodearme el cuerpo con fuerza, alguien me estaba abrazando y supe que era Jaden, sentí el suelo bajo mis pies y un aire cálido me recorrió, estábamos muertos.

—Abre los ojos —me dijo Jaden y así lo hice, sus ojos estaban color purpura, al igual que los míos, entre todo el susto y el no impacto perdí el control—, no ha pasado nada, James nos transportó antes de que termináramos de darnos vuelta.

—¿Pero qué pasó? —me aparte un poco de él, todavía aturdida por el hecho de que casi nos atropellaban, o que casi terminamos lastimados, estábamos en un callejón solitario, James estaba a nuestro lado examinando la zona, tenía un poco de sudor y su respiración estaba alborotada, al igual que la mía, había unos cuantos contenedores de basura a unos cuantos metros, Jaden tenía la caja de la piedra negra en sus manos, había usado esa piedra para movernos del coche, estábamos en un callejón donde nadie podría habernos visto aparecer de la nada.

—Vaya viaje —contesta James—, juro que no vuelvo a montar un sedán, quiero mi auto— empezó a caminar hacia la calle, estaba un poco solitaria, pero reconocí al instante que calle era, enfrente estaba el restaurante en el que habíamos estado hace una media hora, esperaba por el bien de nosotros que no nos hubieran visto—, que inteligente habernos sacado antes de que nos diéramos una buena golpiza.

—Tendremos que tomar otro auto— dijo Jaden—, debo decir que esta piedra es muy potente, tiene mucha magia.

—¿A que sí? —pregunta un James sarcástico—, creo que podría matarte si tuviera vida propia.

Empezamos a caminar uno al lado de otro, debíamos ir al centro de la ciudad, y tomar un taxi en vez de tomar el auto de alguien.

—Esto no ha sido un accidente —murmura Jaden, toma mi mano, sin importarle que James estuviera justo al lado, después de todo las cosas eran distintas.

—Desde luego que no —responde James—, alguien ha intentado dejarnos fuera de combate.

—Pero ¿cómo nos habrán localizado? —pregunte mientras veía como las calles empezaban a ser más transitadas, estábamos cerca del centro, había un buen tráfico, paramos un taxi y nos subimos uno detrás de otro.

—No tengo idea, pero lo han hecho —dice Jaden dando por terminada la conversación, pues sería muy extraño para el conductor escucharnos hablar de cosas que para él son irreales.

El resto del trayecto es bastante tranquilo, mi cabello está un poco desordenado, y hemos perdido nuestras maletas, bueno, en realidad Jaden las dejo en el auto, pero quien piensa en ellos cuando están a punto de dejarte en cama por varios días, porque, aunque no hubiéramos muerto, el dolor no nos hubiera dejado movernos y añadiendo que no llevábamos puesto el cinturón, que irresponsables.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora