Capítulo Doce

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Margareth terminó de levantar las dianas hace más de una hora, y yo apenas he conseguido llegar hasta el tercer pilar, cada uno de ellos tienen distintos materiales, el primer pilar sostenía una bolita de cristal que no fue muy difícil levantar, pero justo ahora se me está complicando levantar el cubo de cobre, son todos muy distintos, usar el poder de levitación implica llegar al fondo de su consistencia y hacerla ligera, suena muy sencillo, pero llegar a su consistencia, suavizar los hilos de átomos que lo conforman es complicado, porque debe hacerse sin perder la forma del objeto y que termine arrojándose a todos lados sin control.

—¿Cómo logran hacer cada tipo de material ligero? —Pregunto, mientras tengo mis manos en dirección al objeto, no es como que el poder salga directamente de mis manos, pero según Damián concentrarlo en mis manos puede ayudar—, y lo hacen mientras hablan, a mí se me cae todo —lloriqueo mientras empiezo a sentir los hilos del cubo de cobre.

—No lo sé —dice Margareth con sinceridad y un poco apesadumbrada—, es algo parte de nosotros, se supone que tiene que ser, imagino que contigo es distinto, has sido humana —mira sus manos y levanta él, los trozos de madera que hay en el quinto pilar.

—No te preocupes —dice Damián mientras observa atentamente mis movimientos con mis manos—, vas bastante bien, algún día esto será tan natural para ti como lo es para nosotros.

Los hilos del cubo de cobre los tengo en mis manos, puedo moverlos, así que empujo ligeramente hacia arriba, curvo un poco mis dedos, sube lentamente hasta alcanzar el bote que hay en el techo, los desplazo lentamente y los suelto con suavidad, el cubo ha caído en el bote.

—¿Has visto eso? —chillo emocionada, hago pequeños saltitos, ha sido mucho más fluido que el anterior, lo he subido elegantemente una vez que sentí los hilos.

—Claro que lo hemos visto —dice Margareth levantándose del suelo—, ahora voy a explicarte lo de disparar hacia un objetivo —señala las dianas que ha ubicado detrás, al fondo en la pared—, usas un poco el viento, levantas los objetos como lo has hecho con el cubo y el cristal, y luego diriges un torrente de viento, es más fácil así.

—Bueno —dice Damián cruzándose de brazos—, es más rápido y efectivo usar solo el poder de levitación para eso, pero requiere que, en el último minuto de golpe, sueltes los hilos y empujes el objeto.

—Yeah, pero eso es un poco complicado para ella —protesta Margareth—, no haremos eso.

Damián levanta las manos en señal de rendición y yo suelto una risa. Me giro de vuelta a lo que estaba haciendo, el siguiente material es un cubo de plata, levanto mis manos, decido probar con algo distinto, puedo manipular el aire, sentir su esencia, comprimo el aire alrededor del cubo, conecto el aire con el cubo, aíslo todo lo demás dejando solo la consistencia del cubo, busco los hilos, una vez que los tengo, los sujeto, bajo mis manos, aparto el aire y muevo el cubo sin hacer un solo movimiento por parte de mi cuerpo. Toda la actuación me toma menos de diez segundos

—Astrid —susurra Damián a mi espalda—, eso ha sido muy rápido, incluso para nosotros, creo que podemos dejarlo por hoy.

—Pero si voy muy bien —le digo—, ha sido mucho más fácil, usé el aire, aislé todo dejando solo el cubo de plata.

—Ese es el problema —dice Margareth seria y sin apartar sus ojos de los míos—, no tenía idea de lo que habías hecho hasta que lo has explicado, eres una pura y tus poderes van más allá de nosotros, nosotros no podemos manipular el aire como lo has hecho, a ti te ha obedecido, a nosotros nos sirve de ayuda.

—Oh —digo, estoy perdida, miro mis manos, que siguen cubiertas con los guantes, Jaden ha apagado gran parte de mis poderes, pero aun así esto sigue siendo demasiado, incluso ahora que están restringidos—, supongo que no debería forzarlos a seguir apareciendo.

Una chica de dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora