ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]

9. Mía

Preguntamos al encargado del camping por un supermercado y por alguna cafetería cercana, para nuestra suerte había un pueblecito a 20 minutos. Iba concentrada en la carretera cuando sentí la mano de la rubia en mi pierna, la cogí y la llevé a mis labios para darle un beso. Lo de anoche fue increíble y estar esta mañana con ella más aún, pero lleva un rato callada y sé que está pensando lo mismo que yo ¿A dónde nos lleva esto? - Rubia no te rayes, hablaremos de todo lo que nos está pasando porque si te sirve de consuelo yo también me siento trastornada. Pero disfrutemos el momento ¿sí? -. Solo me miró y asintió con la cabeza. Íbamos entrando al pueblo y vimos una cafetería de estas de toda la vida - ¿Te parece bien aquí? -.

- Donde sea Zulema, me muero de hambre -.

- No me extraña, hemos gastado mucha energía - le respondí con sorna, pero conseguí lo que pretendía, sacarle una sonrisa.

- Aparca anda graciosilla -.

Una vez estacioné el coche, nos bajamos y nos dirigimos a la cafetería - Rubia tendremos que preguntar por un supermercado y por tiendas de ropa, no me ha quedado muy clara la explicación del encargado del camping -.

- Vale, podemos preguntar en la cafetería -.

Nos sentamos y nos dimos cuenta de que había que pedir en la barra, había solo una señora mayor en la cocina y seguramente era su marido el que atendía en la barra -.

- Zulema ¿Qué te apetece? -.

Miré a la rubia como si la quisiera devorar y le sonreí.

- De la carta Zulema, por favor - no pude evitar sonrojarme.

- Pídeme lo mismo que te pidas -.

- Luego no quiero quejas ni caras de elfo del puto infierno eh -. Me levanté y me dirigí a la barra. - Buenos días, me podría poner un café con leche, un té verde, dos zumos de naranja y dos tostadas con aceite -.

- ¿Españolas verdad? -.

- Sí señor, estamos en el camping cercano a la playa del Algarve -.

- Lo suponía, les deseo buena estancia en Portugal. Siéntese, ahora le aviso cuando esté listo -.

- Espere, dígame cuánto es -.

- Cuando terminen y todo haya sido de su agrado, además dos señoritas como ustedes nunca se irían sin pagar, se ven buenas personas -.

- Gracias - me dirigí a la mesa pensando en lo que había dicho el señor, podíamos ser muchas cosas menos buenas personas. Zulema no había dejado de mirarme al igual que un tío que estaba desayunando y diseccionándome con la mirada, llegué a nuestra mesa - Que ahora me avisa y que se paga cuando terminemos -.

- Si todo es de nuestro agrado y que no nos iremos sin pagar, encantador el viejecillo -.

- Zulema... ha sido muy amable -.

- Lo decía en plan bien Maca - le contesté un poco seria.

- Es que a veces no sé cómo pillarte -.

- Bah... por cierto yo recojo la comida en la barra -.

- ¿Por qué? -.

- Porque si el baboso de la mesa te sigue mirando de esa manera se va a tragar el café con taza incluida -.

- Jajajaja no sabía que eras tan celosa -.

- No tiene ni puta gracia, no soy celosa, es por cómo te mira joder... que no eres un trozo de carne -.

- Shhh... - me acerqué y la besé - No pasa nada porque mire, mientras no moleste a nadie - en su oído - Cariño, esto no es la cárcel -.

- Voy yo por las cosas y punto -.