24. Nunca podrás amarme

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La rubia que estaba sentada en la mesa se levantó con un poco de dificultad y empezó a recoger lo que habíamos utilizado para el juego y los chupitos. Me puse a ayudarla, recogimos todo, y ya aprovechamos para meter la mesa, las sillas y la barbacoa dentro de la caravana, así por la mañana solo tendríamos que revisar que no se nos quedara nada.

Cogí ropa interior junto al pijama y entré al baño. Zulema y yo no nos habíamos dirigido la palabra desde que David la besó por primera vez, no puedo soportar que no lo haya frenado. Alicia estaba jugando, David no y ella lo sabía.

Me metí en la ducha dejando que el agua fría bajara un poco los grados de alcohol de mi cuerpo y refrescara mi mente – Joder... por qué me tenía que pasar esto contigo -. Me estaba poniendo champú en el pelo cuando sentí la puerta del baño, vi como Zulema se desvestía y entraba a la ducha conmigo - ¿¡Se puede saber qué haces!? – le solté hecha una furia.

- ¿No ves? ¿Ducharme? – tenía que conseguir quitarle de la cabeza a mi rubia que me iba a ir con ese tío, porque si yo fuera ella, primero, pensaría lo mismo. Y, segundo, nos habría tirado un cuchillo a cada uno. Lo de Alicia me molestó, luego me di cuenta de que solo pretendía devolverle a su marido la humillación utilizando a mi rubia.

- ¿Y no puedes esperar a que termine? – estaba muy enfadada y dolida.

- Es que así ahorramos agua, hay que cuidar el planeta – me pegué a ella y metí mi cabeza debajo de la ducha, quedando a centímetros de su cara. Cogí el champú y lo puse sobre mi pelo, necesitaba quitarme este olor a humo. Macarena se dio la vuelta y empezó a aclararse el pelo, señal de que ya iba a terminar.

Terminé de aclararme el pelo para salir cuanto antes de la ducha, no puedo soportar tenerla tan cerca. - ¿Puedes apartarte para poder salir? – dije conteniéndome las ganas que tenía de matarla.

- Nop – y ocupé aún más espacio de la salida.

- Quítate -.

Poco a poco la rubia se iba enfadando más y más, estaba completamente colorada – No me quito, como no me has esperado, ahora te jodes y esperas a que termine -.

- ¡Que te quites coño! – dije dándole un empujón más fuerte del que en realidad pretendía darle, lo que provocó que Zulema se golpeara con la esquina de la mampara.

- Ah... hostia... - toqué en la parte de atrás de mi cuello, me miré la mano y tenía sangre. Me aparté – Sal... - y me empecé a marear.

No quería hacerle daño, me dispuse a salir cuando noté que se echaba contra mí y no pude hacer más que sujetarla para que no se cayera – Zulema, Zulema... no puedo contigo -. Se desmayó contra mí y no pude hacer más que darle la vuelta y pegarla a la pared para sostenerla a duras penas – Mi amor por favor... no me hagas esto – dije mientras las lágrimas resbalaban por mi cara. – Por favor, amor – rocé su nariz con la mía y empezó a volver en sí, mientras podía ver sangre resbalar por su espalda y la pared.

Sentía el cuerpo pesado y de repente todo se volvió negro. Empecé a despertar – Mi amor por favor... no me hagas esto – escuché que me decía mientras lloraba – Por favor, amor – sentí el rocé de su nariz y sus lágrimas en mi cara. Me dolía bastante la parte de atrás de la cabeza, sin duda, me había dado un buen golpe del que no dudo que me lo merecía. Me agarré a ella, abrí despacio los ojos y ahí estaban sus ojos hermosos llenos de lágrimas mirándome con extrema preocupación.

Sujeté más fuerte a Zulema y una vez abrió los ojos – Lo siento... yo no quería... -.

Me agarré a sus caderas – Sí querías rubia, sí que querías – hasta en estos momentos le respondí con una de mis bromas – Es la tercera vez que intentas matarme, no sabía que tuvieras tanta fuerza. Tendrás que compensarme por casi abrirme la cabeza -.

ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora