16. Peor el remedio que la enfermedad

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Lo prometido es deuda, aquí les dejo otro cap! De verdad me alegro de que les esté gustando!!♥️♥️

Zulema llevaba como dos horas dormida, sin duda se veía cansada y encima el numerito que se ha encontrado al llegar a casa por mi parte. Ahora pienso en como ella habría visualizado el momento de llegar con el desayuno y las pastillas, seguramente pensando en un día de mimos, pues... la verdad estoy hecha una mierda, juro no volver a beber tequila. Pero bueno, ahora en lo único que puedo pensar es en como remediarlo y en tomarme las cosas con más calma, desde que salimos de la cárcel lo único que ha hecho es cuidarme y no he sabido apreciarlo. Con lo que ha ocurrido hoy le he dado mi plena confianza casi sin darme cuenta – Nunca más me hará daño -.

La estaba observando dormir, parece tan tranquila y buena cuando lo hace que hasta da paz, vi como empezaba a removerse y a frotarse los ojos. Me hice como la que no se había dado cuenta, cogí ropa interior de la que habíamos comprado en la tienda de lencería y me metí al baño, en el que no eché el pestillo a conciencia, por si Zulema quería tomar la indirecta. Me desvestí y me metí a la ducha, la cual necesitaba con urgencia.

- Si piensa que voy a dar mi brazo a torcer y a buscarla al baño, es que no me conoce -. No pienso moverme de aquí aunque tenga que tirar de toda mi fuerza de voluntad para no sucumbir a la imagen de la rubia debajo de la ducha.

- Parece que lo del pestillo no ha surtido efecto, pasaré al plan B -. Me puse el conjunto de lencería color vino tinto de los que Zulema me había comprado, se trataba de un tanga de encaje con sujetador a juego, el cual me dejé sin abrochar. Me peiné, me lavé los dientes y me dispuse a salir del baño solo en ropa interior. - Con suerte, al menos consigo que me mire -. Salí del baño y Zulema estaba sentada en la cama, levantó la mirada al verme y podría jurar que acababa de tragar saliva.

Me senté al borde de la cama a esperar que Macarena terminara de ducharse para hacer lo mismo. Escuché como se abría la puerta y mi rubia salía con uno de los conjuntos con los que se había dedicado a torturarme en la tienda de lencería, le estaba tan perfecto que hasta tuve que tragar saliva y dar gracias de que no se lo hubiera probado en la tienda.

Me aproximé a ella con paso sensual y me agaché en cuclillas de espaldas a ella – Zulema cariño, ¿me lo puedes abrochar? llevo un rato intentándolo y no puedo – dije con falsa inocencia.

Acababa de agacharse delante de mí, rozando mis piernas con su trasero desnudo y no contenta con eso me pide que le abroche el sujetador – Claro – contesté con una claridad forzada e intentando que no me temblaran las manos al roce con su piel. Se lo abroché y se levantó despacio, como disfrutando de lo que me estaba provocando.

Me terminó de abrochar y me levanté de forma sensual, provocándola, me di la vuelta y le dije – ¿Crees que podrías quitarme los puntos hoy? Mientras me acariciaba yo misma el vientre. Su cara era un poema, entre desconcierto, fuerza de voluntad y excitación.

- Claro, yo creo que deben estar para quitarlos – dije con un esfuerzo sobre humano por no lanzarme a besarla. – Mmmm... túmbate en la cama, creo que será lo más cómodo, yo voy a coger las cosas – me levanté como un resorte, queriendo huir de esa imagen de diosa que estaba haciendo mella en mi voluntad. – No puedes ceder tan rápido o creerá que hace contigo lo que le da la gana. ¿Y es que no lo hace? – mi subconsciente me empezaba a volver loca. Regresé con el botiquín y me la encontré tumbada, demasiado sugerente para ser la quita de puntos de una herida. – Si te duele avísame ¿vale?, eso significaría que no están para quitarlos -.

- Vale – respondí mordiéndome el labio.

Empecé a limpiar la herida con cuidado - ¿Duele? – y ella negó con la cabeza. Corté los extremos de los puntos y tiré despacio con la pinza, volví a limpiar – Parece que está perfecto – ella me sonrió – De todas maneras al menos un par de semanas intenta no hacer movimiento bruscos -.

- Sí, Doctora Zahir como usted diga – respondí haciendo el saludo militar y provocándole una sonrisa.

- Vístete que te vas a poner mala, estás helada – dije en tono de regaño, aunque era más un favor para mí el que se vistiera.

- ¿Y Doctora usted cree que hoy podré hacer el amor apasionadamente? – dije levantándome y quedando a centímetros de los labios de Zulema.

- Si no haces movimientos bruscos, no hay problema – le contesté haciéndole saber que no iba a ceder.

- Pues... estupendo – me levanté de la cama y me empecé a vestir.

- ¿Vas a algún sitio? – contesté con cara de elfo del puto infierno.

- Sí, he quedado con Alicia para salir de fiesta al pueblo. ¿Algún problema? -.

- ¿Para eso me has preguntado si puedes hacer el amor? – ahora sí que estaba enfadada, mi mente siempre iba a mil por hora.

Solo me había puesto el pantalón, me acerqué a ella y le dije – Sí – intenté que no se me escapara la risa, parecía que Zulema iba a explotar en cualquier momento. Pero como era capaz de creer que me iba a acostar con alguien que no fuera ella.

- Perfecto – respondí en su cara e intentando pasar por su lado para meterme en el baño pero ella me lo impidió.

- A ver celosita mía... ¿tú crees que con lo que ha pasado hoy tengo ganas de salir de fiesta? Y más aún ¿Qué voy a acostarme con alguien que no seas tú -. La cogí su cara y me disponía a besarla.

- Eres imbécil – estaba muy enfadada, si esta era su forma de arreglarlo lo estaba jodiendo todo. – Quita de en medio que quiero ducharme, por mí te puedes ir a donde te dé la gana. No sé con qué tipo de personas has salido, pero conmigo eso de intentar causarme celos no va. ¿Sabes? con el conjuntito he estado a punto de ceder pero la has cagado y bien Macarena -.

- Zulema... solo quería – me acaba de cerrar la puerta en la cara y dije contra la puerta – Lo siento mucho -.

Escuché un golpe dentro del baño - ¡Joder! – no sabía sin entrar o no, pero hice de tripas corazón y abrí la puerta. Zulema acababa de reventar el espejo del baño de un puñetazo y estaba sangrando. – Zulema por favor, deja que te mire la mano -.

- Vete -.

- No, no me voy a ir y si quieres pégame, pero no me voy a ir -.

- No te voy a pegar... – dije poniendo los ojos en blanco.

- Ven, voy a curarte eso – dije con la boca torcida.

- Es solo un corte, la sangre es muy escandalosa -.

- Aun así voy a curártelo – le dije con autoridad, salimos y se sentó en la cama, yo seguí solo con el pantalón y el sujetador.

- Te vas a resfriar – le dije de nuevo.

Le desinfecté el corte, menos mal que no era muy grande y no se había clavado ningún cristal, con un poco de gasa y esparadrapo sería suficiente para taponar la herida. - Me lo dices tú, que acabas de reventarte la mano con un espejo -.

- Oh cállate – le dije un poco harta de su constante regaño.

Me quedé frente a su cara y le dije – Cállame tú -. Me senté en sus piernas, rodeé su cintura con las mías – Perdóname por lo de esta mañana y por lo de ahora, solo quería arreglar las cosas y no he sabido como hacerlo -.

Siguiente cap: 17. Reconciliación

ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora