27. Nunca le había preocupado a nadie

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He tenido una discusión muy fuerte con Zulema, ella se empeña en ser la que lleva todo el peso en los atracos y me deja de lado, solo para recoger las bolsas y siempre haciéndome de menos. Tras pelear, me puse a hacer la cena – ¿Me pasas un cuchillo? por favor – le dije y ella me lo lanzó a punto de darme. – Zulema eres imbécil – le tiré un pimiento que impactó de lleno en su cara, se veía graciosa no lo iba a negar, pero a ella no le había hecho ninguna gracia.

- Te vas a enterar rubia... - me abalancé sobre ella y empecé a besarla con brusquedad, de forma violenta queriendo darle un escarmiento.

- Suéltame... así no... suéltame... - la empujé para alejarla de mí – ¿Qué coño te pasa por la cabeza? ¿No ves que no quiero? – me alejé de ella y me metí en el baño.

- Joder... no iba a forzarte... nunca lo haría... - la culpa me invadía y salí de la caravana para darle espacio a la rubia. Cerré la puerta para que lo escuchara y me subí al techo para reflexionar sobre lo que acababa de hacer. ¿Pretendía hacerle daño? No, por supuesto que no, pero por qué no podía parar de besarla... sentí como si algo me empujaba a hacerle daño...

Salí del baño y Zulema no estaba, al final me hice una ensalada, cené y me acosté. Era temprano, apenas las 23.00h pero esperaba estar dormida cuando ella regresara.

Pretendía quedarme a dormir en el techo sobre la hamaca, pero la temperatura había bajado mucho y me estaba literalmente congelando. A las dos de la madrugada ya no pude aguantar más el frío y dejando mi orgullo de lado, decidí entrar en la caravana. La calidez al abrir la puerta me envolvió, me puse el pijama y me metí en la cama. La rubia estaba pegada contra la pared, como siempre que discutíamos y parecía dormir plácidamente.

Era muy tarde cuando sentí a Zulema entrar en la cama, pero no iba a darle el gusto de ver cómo estaba preocupada por ella. Es cierto que después de pensar fríamente, sabía que no iba a forzarme a nada, ¿Pero la enfadada era ella? Ósea, me había tirado un cuchillo... dejé de pensar, mañana hablaría con ella y con la seguridad de que Zulema estaba en casa, al fin me quedé dormida.

Llevaba como tres horas dando vueltas en la cama, pero no conseguía entrar en calor y apenas había dormido. Sentía como me temblaba el cuerpo y me encontraba tremendamente mal – Seguro que mi estupidez de subirme al techo y hacerme la digna me va a pasar factura -. Me acerqué a la rubia intentando buscar algo de calor y como se había vuelto hacia mí en algún momento de la noche, me abracé a ella. Automáticamente, me envolvió en sus brazos y metí mi cara en su cuello. Al menos sentía su calor, pasaron otras dos horas y los rayos de sol se filtraban por la ventana de la caravana, pero ya se me hacía imposible controlar el temblor de mi cuerpo, hasta el labio me estaba temblando y me sentía muy mareada. Cerré fuerte los ojos y me apreté aún más contra la rubia.

Sentí como Zulema estaba abrazada a mí, pero notaba como temblaba todo su cuerpo, en concreto sentía el temblor de sus labios en mi cuello. – Zulema... ¿estás bien? -. Me separé para mirarla y la vi cerrando muy fuerte los ojos, puse mis labios en su frente para comprobar su temperatura y estaba ardiendo.

- Lo sient... siento rubia – no reconocí mi voz al salir del cuerpo, fue apenas un susurro.

- Shhh eso no importa ahora - le di un beso en la frente y me levanté para sacar el termómetro del botiquín. Ella abrió sus ojitos despacio y vi como los tenía bastante rojos – A ver abre el brazo que voy a ponerte esto – le aguanté el brazo y puse mi mano sobre su frente – Esto te pasa por orgullosa... anda que quedarte fuera hasta tan tarde... y con el frío que está haciendo – dije en tono de regaño.

- No me regañes por favor... -. Volví a cerrar los ojos, la verdad es que me encontraba muy mal, cogí la mano de Maca, entrelacé mis dedos con los suyos y la puse contra mi pecho.

ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora