ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]

37. "Fiesta de Pijamas"

Estuvieron bailando hasta que decidimos irnos a dormir. Ubiqué a todas en el pequeño espacio, Flaca casi al lado de nuestra cama, no iba a permitir que la yonki estuviera cerca de Zulema. Mónica pegada a la pared del otro fondo, para que cuando tuviera que levantarse tuviera que hacerlo por encima de Goya y Triana, ósea me aseguré de que no iba a moverse de allí. Ya estaban todas acopladas y Zulema seguía fuera, me acosté casi a las 2 de la mañana. Cerré los ojos, el tiempo pasaba, 2.15, 2.30, 3 de la mañana... podía escuchar como estaban todas dormidas y esta mujer seguía fuera. Cogí mi móvil, mensaje: Quieres venir a la cama de una puta vez?

Respuesta: para qué?

Mensaje: para escribir un libro no te jode.

Respuesta: estoy bien aquí gracias.

Mensaje: No vas a dormir fuera, te puedes poner mala. Además, no voy a estar toda la noche sin dormir por tu capricho.

Respuesta: y qué más te da? Duérmete ya que es tarde.

Mensaje: eres imbécil.

Respuesta: yo también te quiero.

Mensaje: vete a la mierda.

Siempre era así con ella, una de cal y 22 de arena. Que te enteras de que te regala un anillo en el pone que te entrega su alma y que te dijo Te Amo hace mucho tiempo, ella zorrea con la puta yonki y no duerme contigo.

Respuesta: No te he perdonado el mordisco.

Mensaje: Me has besado a la fuerza ¿Qué esperabas? A veces no sé a qué atenerme contigo.

¿Piensa que iba a hacerle algo a la fuerza? Quiero hablar con ella y no hago más que cagarla. Bajé del techo de la caravana, entré con cuidado de no pisar a Flaca que estaba profunda como todas las demás y me metí en la cama. La rubia estaba vuelta contra la pared, me pegué a ella y la abracé por detrás metiendo las manos dentro de su camiseta para sentir su piel y quedamos haciendo la cucharita – Lo siento... nunca te haría nada a la fuerza Macarena – susurré en su oído, aparté su pelo, rocé mi nariz contra su nuca y dejé un beso muy tierno, pegándome aún más a ella.

- Si quieres cariñitos vete con Mónica – todavía estoy bastante molesta por su zorreo con ella.

- ¿Sigue celosa mi pequeña? – sonreí, acaricié su cadera con ternura y volví a besar su nuca.

No contesté, quité sus manos de mi cadera y me pegué más la pared – No tengo por qué estar celosa – musité con algo de rabia.

La rubia se separó de mí, pero volví a pegarme a ella, metiendo mis manos nuevamente dentro de su camiseta. Eso sí, esta vez no tenía escapatoria porque estaba la pared – Rubia... - besé el lateral de su cuello – yo solo quiero tus cariñitos, de verdad. Te he visto celosa y creía que molestándote un poco conseguiría hablar contigo, yo no quiero que me dejes -.

Una sonrisa tonta acababa de formarse en mis labios – Yo en ningún momento he dicho que vaya a dejarte, eso lo has deducido tú -. Me di la vuelta en los brazos de Zulema, metí mis manos dentro de su camiseta para acariciar su cadera, yo también necesitaba sentir su piel y me quedé mirándola a los ojos en la oscuridad. Acaricié sus labios con mi mano – Siento el mordisco – le di un pequeño beso.

- Esa canción... Maca yo... - dije con los ojos acuosos, asimilando que me había dicho que no pensaba irse de mi lado.

- Shhh... cuando pase la boda tengo que hablar contigo y preguntarte algunas cosas – le di otro beso, esta vez más profundo con lo que conseguí que llevara sus manos a mi trasero y me apretara contra ella.

- Yo también tengo algunas cosas que contarte y explicarte – empecé a besar el cuello de mi rubia.

- Prométeme que mañana no te vas a arriesgar innecesariamente – me miró a los ojos y me besó muy lento, profundizando poco a poco el beso.