32. Miedo a perderte

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Llegué a donde teníamos el otro coche, nos quité las pelucas con desesperación, cargué a la rubia y la metí en el otro coche. Salí a una velocidad prudente para no levantar sospechas ya que escuchaba las sirenas de la policía y se había armado un gran revuelo. – Mi vida háblame... joder rubia... es que por qué no me puedes hacer caso coño – las lágrimas bajaban sin control por mis mejillas. En 5 minutos, estaba entrando al garaje del matrimonio, bajando a la rubia y entrando a la casa – NECESITA UN MÉDICO – grité a Brida. – Por favor, no se puede morir... ella no se puede morir – dejé la rubia inconsciente sobre la que era nuestra cama cuando veníamos a visitarlos.

Al ver la situación cogí las mejillas de Zulema – Escúchame, no se va a morir ¿vale? Pero te necesito serena. Tengo algunos conocimientos de enfermería, mientras Joao contacta a nuestro médico de confianza hay que frenar la hemorragia -.

Me centré y asentí a Brida, cogimos alcohol, gasas y le hicimos presión – Mi amor no me puedes dejar así – dije entre lágrimas y bajando a besar su frente.

- El médico tarda como una hora – dijo Joao bastante asustado por la situación.

- No podemos esperar tanto... se muere... mi rubia se muere... - respondí alterada y llorando intensamente.

- Zulema, tranquila. Joao trae la anestesia para tus dolores de espalda, en el garaje tengo el botiquín de cuando iba de voluntaria al hospital, ahí debe haber bisturí, aguja, hilo y todo lo que necesitamos. Tenemos que salvar a este angelito – respondí aguantando las ganas de llorar, ya que Macarena estaba muy grave. – Ve a la farmacia, compra dos botes de suero, no podemos dejar que se deshidrate y, en la herboristería, compra las hierbas para el dolor. Las necesitará si vuelve en sí -.

Junto a Brida conseguí sacar la bala del vientre de Maca – No ha tocado ningún órgano... menos mal... - procedí a desinfectar y cerrar la herida. Le tomé en pulso en su muñeca – Está muy débil Brida... tenemos que ir más rápido -.

- Ya estamos aquí, traje al doctor – dijo Joao entrando como una exhalación.

- Le pagaré, le daré lo que me pida... pero tiene que salvarla – dije derrumbándome en los brazos de Brida.

- Han extirpado la bala del estómago justo a tiempo y de forma impecable – le puse la toma de pulso y una vía con suero – Tengo que sacar la del pecho – Limpié la zona – Como pueden ver le ha dado en el hombro, un punto a nuestro favor, pero la paciente ya ha perdido mucha sangre. ¿Sabe que grupo sanguíneo es? -.

- Joder... no tengo ni idea – se me ocurrió buscar en sus cosas y encontré su cartilla médica – A+ ... joder, como yo – me cuesta creer que la rubia tenga mi mismo grupo sanguíneo.

- No va a ser ortodoxo ni delicado, pero tengo que hacerle una transfusión. Le dolerá y empezará a marearse y no tengo lo elementos precisos para medir la cantidad, pondrá en riesgo su vida -.

- Mientras la salve a ella, me da igual – dije algo más serena.

Le hizo la transfusión, sacó la otra bala, cosió la herida, volvió a revisar la otra y le puso grapas metálicas para asegurar que no volviera a abrirse. Me sentía muy mareada, pero no iba a dejar sola a Macarena ni un solo instante.

- Ha recuperado la normalidad en sus signos vitales, voy a ponerle un antibiótico por vía para evitar infecciones y oxígeno para que poco a poco se vaya recuperando. Necesitará más suero, mucho amor y que tengan paciencia, ya depende de ella despertar antes o después. Puede ser mañana o en semanas -.

- Gracias doctor... gracias por salvar al amor de mi vida... ellos le darán lo que pida, voy a quedarme aquí con ella -.

Salieron de la habitación para darme intimidad con Macarena – Joder rubia... que estoy mayor para que me des estos sustos – le di un pequeño beso en los labios, cogí su mano y me senté a su lado.

ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora