8. Piel con Piel

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Despacio tumbé a Macarena en la cama quedando encima de ella - Espera, peso mucho... no quiero hacerte daño - es tan pequeña que la cogí y dimos la vuelta quedando ella sobre mí. Aunque pude notar que le gustó, ella y su gusto por tener el control de todo.

- No me hacías daño - empecé a besar suavemente el cuello de Zulema, mientras sentía sus caricias en mi cadera y en mi espalda. - Zulema yo... no tengo mucha experiencia con mujeres... con Rizos apenas si pasó un par de veces y yo la dejé hacer... - le dije un poco avergonzada.

- Rubia... para mí eres la única mujer, así que, en este caso, juegas con ventaja... vamos a intentar relajarnos y seguro que todo fluye - todavía se me liaba un poco la lengua al hablar, pero era totalmente consciente de lo que me apetecía hacer. Volví a los labios de Macarena, su sabor me resultaba adictivo por lo que me costaba mucho mantener el control. - Tiene que ser tierno Zulema o nuevamente se abrirá esa herida que no deja de daros dolores de cabeza - pensé.

Volví a voltear a la rubia, quedando encima de ella y mirándola a los ojos le di un beso en la frente, otro en la nariz, en sus mejillas... hasta que regresé a sus labios y bajé a su cuello.

Al sentir como se le entrecortaba la respiración ante mi tacto, reuní valor y separé mi mano derecha de su cadera, bajándola suavemente hasta su intimidad, la que empecé a rozar con mis dedos

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Al sentir como se le entrecortaba la respiración ante mi tacto, reuní valor y separé mi mano derecha de su cadera, bajándola suavemente hasta su intimidad, la que empecé a rozar con mis dedos.

En pocos segundos tenía a Macarena gimiendo dulcemente bajo mi cuerpo y no me resistí a morderle el cuello, quería marcarla, que sepa que es de mi propiedad. Sin apartar mis dedos de su cavidad, en la que frotaba y daba golpecitos en su clítoris creyéndome una experta, bajé mi boca hacia sus pechos... tan pequeños y perfectos. Una vez en ellos empecé a hacer círculos con mi lengua, primero en un pezón y luego en el otro, hasta que se endurecieron mientras introduje un dedo en el interior de Macarena. Al sentir su gemido de aceptación introduje uno más, con ellos encontré un ritmo de entrada y salida de su cuerpo cómodo pero intenso, teniéndola al borde pero sin liberarla.

Otra cosa era la mirada de Macarena, que parecía querer matarme - Ahh... Zulema...-. Seguí bajando por su vientre en un camino de besos húmedos sin descuidar su herida, hasta que llegué a su sexo, mis dedos entraban y salían cada vez más rápido y empecé a lamer ese botoncito exquisito, haciendo movimientos circulares y dándole pequeños mordiscos, hasta que mi rubia no pudo más... noté la presión de su interior en mis dedos y como se arqueaba contra mí, soltando mi nombre en un gemido - Ahh... Joder... Zulema...- que me pareció música celestial.

Me tumbé y la puse sobre mí, sintiendo aún como las pequeñas convulsiones provocadas por el orgasmo la tenían totalmente a mi merced. Besé su boca mientras la tenía abrazada por la cintura, le di un beso en la frente y le dije - Descansa, ha sido un día muy largo -.

Eso había sido de lo más placentero, - Macarena no has disfrutado así en la cama en tu vida... encima sin pedir nada a cambio... pero no puedo dejarla así, la he notado contenerse todo el tiempo para no perder el control y ha tenido mucho cuidado con mi herida - me quedé pensando, mientras Zulema me subía encima suya y seguía atormentándome con sus caricias.

ZURENA - NUESTRO OASIS - [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora