NUESTRAS MANOS

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Abro la puerta del armario en busca de mi pijama de pollitos y rebusco en busca de una sudadera XXL para Jungkook. Por supuesto, se ha tirado encima de mi cama vestido de calle, con su camisa sudada y sus vaqueros apretados. No pienso dejar que duerma así:

- Ni sueñes que vas a rozar mis sábanas con esa camisa sudada. Ponte esto - y le tiro a la cabeza una sudadera negra con una raya roja en el pecho-

- ¡Eh! ¡Esta sudadera es mía! - reclama mientras empieza a desabrocharse la camisa.

- Ya no. Lleva en mi armario como tres meses. No la habrás echado mucho de menos... -

- Cierto... puedes quedártela para prestármela como pijama cuando duerma en esta habitación.

- No vas a dormir aquí más veces. Es tu pijama para hoy, que es la última vez que te dejo dormir aquí. ¿No te gusta tu cama o qué?

- Sí, pero en mi cama lo único blandito que hay es mi peluche de Cooky y ni es calentito ni huele como tú - me dice con su mirada de cachorrito adorable.

- Deja de decir tonterías y vístete de una vez - le digo metiéndole prisa y evitando mirarle directamente.

Lleva ya un rato con el torso descubierto, y la verdad es que su desnudez me está incomodando. Hace bastante que no dormimos juntos, y ver su torso, con esos anchos hombros, ese pecho formado y ese terso abdomen, no me está tranquilizando. Antes vivíamos en un apartamento bastante pequeño, en el que dormíamos en cuartos con literas. En muchas ocasiones, cuando acabábamos reventados tras largas jornadas de ensayos, compartíamos las camas de abajo, incapaces de escalar hasta las superiores. Y la mayoría de las veces, Jungkook era mi compañero de cama. Era el más cómodo de mis compañeros, ya que tenía un tamaño más pequeño y era el que menos se movía, gracias a su capacidad de dormir toda la noche como un muerto. Pero de eso ha pasado mucho tiempo. Su cuerpo ya no es pequeño, y aunque sigue durmiendo como un muerto, no parece que sea posible compartir una cama con él sin rozarlo. Y necesito dormir, ya que mañana me espera un día duro.

Me pongo de espaldas a él, pegado al armario, para ponerme el pijama. Prefiero evitar las comparaciones. Mi cuerpo no tiene nada que ver con el suyo, mis músculos no se han desarrollado de la misma manera... me acabo de dar cuenta que en estos momentos se podría decir que parece que pertenecemos a un especie diferente.

Cuando termino, me giro para dirigirme a la cama, y él ya está dentro. El sinvergüenza ha conquistado la parte de la cama pegada a la pared, por lo que me deja la parte de fuera para mi. Ya me imagino cayéndome de la cama a mitad noche.

- Te dejo que duermas en la parte de dentro, pero pégate a la pared y no me chafes con tus músculos -

- Si papáaaaa... ¿por qué estás más gruñón de lo normal? - me dice el enano mientras nos tapo con el edredón.

- Pues porque he tenido una noche de mierda, he hecho enfadar a todos mis compañeros, tú y yo casi nos molemos a palos, quizá mañana mi cara aparezca en toda la prensa, y para rematar, te has empeñado en usurpar mi cama -

- ¡Para hacerte compañía! Y para que veas que al menos yo ya no estoy enfadado. - me sonríe - Ya verás que mañana todo tendrá otro color -

- Eso espero. Buenas noches Cookie - Me despido antes de apagar la luz de la mesilla. Estoy agotado, no quiero seguir dándole vueltas a este tema.

Me coloco de espaldas a él, y cierro los ojos. Como cada noche, intento dejar la mente en blanco para conciliar el sueño. Me concentro en mantenerme en mi lado de la cama para no rozar al niñato, que por su respiración y por las vueltas que está dando, no parece dormido. Tras varios minutos sin parar de moverse, habla:

Nuestra burbuja   **Jikook / Taejin /  Kookmin / Jintae Fiction**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora