NUESTROS INSTINTOS

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Nos encontramos en la sala de espera del aeropuerto de Singapur. Son las once de la noche. Ya hemos cumplido con nuestros compromisos laborales y después de varias horas de entrevistas y actuaciones, por fin podemos "descansar". Todo lo que se puede descansar en un viaje en avión, con su inevitable espera en el aeropuerto.

Estoy agotado. Casi muerto. Las largas jornadas de trabajo que hemos vivido en los últimos meses van a acabar conmigo. Hemos alcanzado bastante éxito, nuestro trabajo cada vez gusta más incluso fuera de nuestro país, pero con ello estamos perdiendo tiempo de descanso, tiempo para nosotros. Estamos perdiendo parte de nuestra libertad. Pero es lo que aceptamos cuando entramos en este mundo. Si este trabajo va bien, es difícil que la vida privada vaya de la mano. Lo sabíamos cuando entramos en esta rueda.

Noto un peso sobre mi hombro. Y no es una metáfora. Giro la cabeza hacia el peso y descubro la cabeza de Jungkook descansando felizmente sobre mí. También parece agotado.

Y no me extraña... entre las horas de trabajo de un lado para otro, y que la pasada noche no fue precisamente de descanso... da como resultado dos muñecos de trapo tirados en un aeropuerto.

Observo a mis compañeros, también desparramados por los incómodos sillones de la sala de espera. Parecen cansados, pero al menos no medio muertos. La mayoría están ocupados con sus teléfonos, y parecen no haberse dado cuenta de ningún cambio entre Cookie y yo. ¿Cómo es posible que desde fuera no puedan ver la enorme montaña rusa de emociones en la que estamos montados desde hace unas semanas?

Apenas puedo disimular todos los cambios que mi cuerpo siente al estar junto a él. Ni los pensamientos que cada vez con mayor frecuencia rondan por mi mente. Siento que en cualquier momento perderé el control, tomaré un micrófono y le gritaré al mundo: "Park Jimin está loco por Jeon Jungkook, señores. Así que olviden sus sueños con esta galletita, porque me la estoy comiendo yo".

Me rió por lo bajo de las tonterías en las que estoy pensando. Eso sería una total desgracia, el fin de nuestra "no relación". El fin del grupo. El fin de nuestra compañía. En fin, una barbaridad que no debo cometer.

- ¿De qué te ríes? - murmura Jungkook sin levantar la cabeza de mi hombro.

- De nada - miento para evitar sacar a la luz mis eternas preocupaciones.

- Entonces, ¿ya te estás volviendo loco? - pregunta irónico.

- No imbécil. Pensaba en lo que hicimos ayer - confieso parte de la verdad.

- ¿En qué parte de todas? - dice divertido mientras gira su cabeza para verme la cara. No puedo evitar sonrojarme ligeramente... ¿Le gusta jugar? Pues juguemos.

- En la que metías mi polla en tu boca como si fuera un Chupa Chups - susurro en su oído, con mi voz casi apagada para que no pueda oírnos nadie.

Jungkook se levanta como un resorte, mirando hacia todos los lados, buscando evidencias de que alguien haya oído semejante guarrada. Parece un bote de ketchup. Disfruto de sus momentos de timidez más que de ningún otro, me enternecen y me divierten. No puedo evitar soltar una ruidosa carcajada, esta vez demasiado alta para el estado general del grupo.

Obtengo lo que que estaba evitando, la atención de todos mis compañeros sobre nosotros.

El primero en hablar es Yoongi:

- ¡Dios, Jimin! ¿Nos quieres matar de un paro cardíaco? ¿Por qué gritas tanto? - pregunta molesto, subiendo el volumen de sus auriculares para aislarse de todo.

- ¿Y qué le pasa al enano? Parece que va a explotar - añade Nam - ¿Estás bien? ¿Qué te ha hecho el idiota este? No para de reírse... -

- Si tú supieras... - susurra Tae. Un día de estos lo mato.

Nuestra burbuja   **Jikook / Taejin /  Kookmin / Jintae Fiction**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora