Nuestra burbuja **Jikook / Taejin / Kookmin / Jintae Fiction**

NUESTRA PRIMERA LECCIÓN

Cierro la puerta tras de mi, y por primera vez desde que vivimos en esta casa, cierro el pestillo para que nadie pueda molestarnos. Inmediatamente me giro hacia Jungkook, que ya se ha sentado sobre la cama. Intento relajarme, el corazón me va a mil por hora. Tomo aire profundamente, inhalo, exhalo, mantengo mi mirada fija en él. Una vez más: inhalo, exhalo. Cierro los ojos y los mantengo un rato así. Inhalo, exhalo. Los vuelvo a abrir. Jungkook sigue en el mismo sitio, mirándome con cara de no entender nada.

- ¿Qué te pasa hyung? Pareces nervioso - me dice preocupado. No me lo puedo creer.

¿Qué qué me pasa? ¿Este muchacho es consciente de lo que hace? ¿Es consciente de las reacciones que provoca? Vuelvo a mirarle con atención. Definitivamente, no. No lo sabe. Su rostro muestra verdadera preocupación por mi estado y no hay ni un gramo de picardía en los ojos con los que me está mirando.

Quizá todo ese momento de seducción que hemos vivido con las palomitas solo ha existido en mi cabeza. Quizá tengo la mente sucia y el que necesita volver a ingresar en los mundos del placer soy yo. ¿Me estoy imaginando todo ese océano de lujuria que he visto en el fondo de sus ojos? ¿No existe el depredador que me acechaba hace un momento en el sofá del salón?

Agito mi cabeza para intentar apartar de mi todos estos pensamientos que me bloquean y no me dejan avanzar. Sea lo que sea, hay que dejar las cosas claras sobre las tutorías de ligoteo, porque me voy a volver loco como cada uno siga haciendo lo que le venga en gana. ¡Y eso que aun no hemos empezado con las clases! Definitivamente hay que poner unas normas y unos límites.

- Jungkook, no sé qué estabas haciendo ahí afuera, pero las cosas no funcionan así. Si quieres que te ayude con lo de acercarte a otras personas, prepararte para tener tus primeros encuentros íntimos y tal, tendrá que ser como yo diga y cuando yo diga - le digo seriamente mientras enfatizo el "yo" golpeándome el pecho.

- ¿Pero de qué estás hablando? ¿Han empezado las clases y no me he enterado? - me dice confundido.

- ¡Claro que no han empezado! ¡Y a este paso no van a empezar nunca porque me pones de los nervios! - le digo enfadado.

No se si "de los nervios" es la definición adecuada de cómo me está poniendo desde ayer.... pero prefiero no seguir pensando en encontrar una definición más precisa. Me centro en el tema que me preocupa ahora mismo.

- A ver, dejemos las cosas claras. Primero, mis clases son teóricas, en ningún caso vas a practicar los contenidos conmigo, buscaremos la forma de que practiques con alguien. Segundo, necesito que me cuentes los avances que hagas, sino no sabré por qué parte del temario debemos seguir. Tercero, no me hago responsable de cómo salga este experimento. Yo puedo ser un gran profesor, pero no estoy seguro de que tú seas un gran alumno - termino mi discurso con una pose de autoconfianza bastante elaborada.

Tras estipular mis propios límites, me siento más seguro con este asunto.

- ¿Y cómo se van a evaluar mis avances? ¿No me va a hacer un examen, profe? - me dice coqueto. Se levanta y se acerca a mi, mientras intenta quitar con sus largos dedos un resto de palomita de mi jersey.

Y aquí está otra vez esa actitud de cazador. Su cuerpo desprende una energía extraña que vuelve a paralizar todo mi organismo. Mi cabeza quiere que aparte de un manotazo esa mano traviesa que no para de entrometerse en mi espacio personal, pero mi cuerpo, como de costumbre, no reacciona como mi mente querría.

Me quedo callado, con la cabeza baja observando cómo sus dedos por fin logran tomar ese trozo de palomita. Lentamente, se lo lleva a la boca. No puedo apartar la mirada de este movimiento tan sutil, ligero y ágil como los pasos de un felino. Finalmente, me encuentro con sus ojos, que siguen esperando una respuesta a su pregunta anterior.