Anónimo

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Mamá:

Cariño, recuerda que esta noche tienes que buscar a Karter, procura que se porte bien.

C/La Plaza Av.Mayor

Nº 2

18:00 p.m, recién llegaba del trabajo y estaba agotada, me dolían los pies de andar todo el día por el edificio en busca del jefe, sin éxito. Todavía me quedaba ordenar algunos archivos en mi estudio, eso antes de recoger a mi hermano menor, Karter, quien tenía la testosterona por los aires y le encantaban las fiestas alocadas llenas de gente desconocida, y yo, su niñera particular.

Hace tres años que me independicé, vivía dos pueblos al lado de mis padres alrededor de quince minutos en coche sin tráfico de por medio, lo que me facilitaba ayudarles en lo necesario con el pequeño de la casa al menos hasta que este tuviera la mayoría de edad y pudiera valerse por sí mismo, así que aún me quedaba un año hasta que cumpliera los dieciocho.

Obviamente estos asuntos eran raros de darse, mi madre casi siempre tenía tiempo para estar pendiente a su hijo, pero cuando se le acumulan los recados no tiene más remedio que acudir a mí y yo no puedo negarme a cuidar de mi familia.

Luego de unas horas ordenando archivos en el portátil me percaté de que ya eran las 23:00 p.m ¿Cuándo ocurrió?

Llamé a Karter, un tono, dos y tres, nadie respondía.

Después de cinco llamadas más me rendí, estaría tan borracho y bailando con la música a más no poder que se olvidaría de que no puede volver él solo. Cogí las llaves del coche que estaban en la entrada y también las de mi casa, al salir me choqué con un cuerpo fuerte, el impacto ni siquiera lo despeinó.

- Hola rubia.

Su voz era pintoresca, un tono inocente y gracioso, algo infantil aunque sabía que ya era un adulto.

- ¿Niall? -Incrédula me lancé a sus brazos-. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste dónde vivo?

- No me infravalores tan rápido -Quitó importancia con un gesto de mano-. Yo estoy bien gracias, veo que tú estás genial -Reía descontrolado, él siempre con su humor característico-. Vengo a visitarte y me encuentro con que te marchas.

- Tengo que ir a buscar a Karter, está en una fiesta y no responde.

- ¡Pero si no son ni las doce! Venga Fallon, no seas aguafiestas -Me linchaba con el codo insinuante-. ¿Es que ya no te acuerdas de cómo eras tú?

- Niall, déjalo, mi madre me mataría si llevo a mi hermano en la madrugada borracho -Hice un mueca al mismo tiempo que nos mirábamos directamente, no era incómodo, eran sensaciones melancólicas-. Te echaba de menos.

- Yo también echaba de menos a mi rubia favorita.

No podía evitar reírme con él, naturalmente mi tono de cabello es castaño, al igual que Niall. Pero cuando estábamos en el instituto, él y un par de amigos solían gastar bromas todos los Viernes, hasta que me tocó ser la víctima y un bote de agua oxigenada cayó por mi cabeza bañándome al completo en clase de matemáticas. No tuve más remedio que ir a la peluquería al salir de clases junto con Niall el cual se sentía tan culpable que terminó tiñéndose de rubio y pagando lo de ambos. Podía haberle odiado por quemarme el pelo pero entonces ahora no tendríamos esta gran anécdota de amistad, la cual es nuestro motivo de mofa.

- ¿Alquilaste una habitación en algún hotel?

- Pretendía quedarme aquí, solo estoy el fin de semana -Puso una cara triste fingida, era inevitable no reírse.

- ¡Oh claro! Cómo decir que no a esa cara.

Ambos reímos sin parar, entramos a mi coche y duramos todo el camino poniéndonos al día. Hacía tres años que tan solo hablábamos por mensaje, Niall se fue a Irlanda a estudiar música, su familia era de allí así que no tuvo un impacto económico muy grande al mudarse.

Me contó que andaba conociendo a alguien, no me quiso decir su nombre y tampoco descripción alguna, solo hablaba de sus citas y lo bien que le iban. También que estaba a punto de sacar un álbum físico y que posiblemente se vendiera en Europa, aunque no tuviera tanta repercusión era de esas cosas con las que soñaba desde pequeño.

Llegamos al lugar, no era una discoteca ni un pub privado, se trataba de una mansión enorme que dejaba ver mil luces de colores por todos lados, la música retumbaba y podía jurar que los cristales estallarían en cualquier momento. El jardín tenía una piscina enorme con gente bañándose y bebiendo descontroladamente, otras tantas solo bailaban y reían en el césped cuidado.

- Va a ser toda una misión encontrarlo -Dijo Niall casi gritando para poder ser oído-. Nos separamos y acabamos antes, yo me quedo fuera y tú lo buscas dentro.

Asentí y saqué mi móvil para señalarle que si pasaba algo me llamara. Él entendió el mensaje y entré al lugar con los ojos abiertos de par en par, no existía ni un hueco más para poder respirar, las personas estaban pegadas como sardinas en lata, no se movían mucho o chocaban con quienes los rodearan, el aire era pesado y sucio. Aunque las luces te permitían ver no eran suficiente, realmente era espantoso.

No sé cómo me hice paso entre la multitud, algunas chicas rechistaban y otros chicos me agarraban intentando hacerme bailar con ellos. Miré el reloj, llevaba dos horas de un lado para otro sin señal de Niall ni de Karter.

De la nada se hizo un pasillo imaginario, la gente abría paso a un grupo de chicos como si fueran reyes, la música disminuyó su volumen y solo yo me encontraba quieta en el medio viendo la situación y girando sobre mí en busca de mi hermano. Eran cuatro, todos vestidos de negro y con unas caras serias, inquietantes, como si no se percataran de lo que acababan de ocasionar en el público.

No era de mi interés y no me iba a sumar a la mayoría que me miraban con temor, sintiendo pena por mí mientras yo me encontraba en mis pensamientos y preocupaciones por otras cosas ajenas al momento. Noté una silueta frente a mí, recordándome el momento en que Niall se plantó a altas horas de la noche en mi casa, pero no era él, se trataba de un chico mas o menos de nuestra edad, mucho más alto y con una ancha espalda que me tapada la vista de los que le precedían.

Cruzamos miradas, no avanzó más, se quedó parado a mis pies sin decir nada, con el ceño fruncido como si quisiera entender algo que yo todavía no comprendía, alcé las cejas restando importancia e intentando que dijera algo al respecto de lo que sucedía, pero nada. Pasó una de sus manos por su cabello, tirando mechones que caían hacia atrás y moldeándolo un poco, habría pasado un minuto pero se sentía una eternidad. Sus ojos esmeralda se entrecerraban y más confundido se le veía, su boca no se abría, estaba en una perfecta línea un poco presionada, como si quisiera decir algo.

- Tenemos que seguir -Habló una voz tras él, era grave y con un acento cerrado, casi ronco pero sin llegar a serlo-. ¿Me estás escuchando?

El extraño posó una mano sobre su hombro y pude ver a un chico moreno, de ojos oscuros presentar preocupación por su compañero, sin ningún gesto más ambos se movieron y me esquivaron haciéndome sentir como un fantasma, como si no me hubieran visto hace unos minutos.

Giré un poco la cabeza algo confusa, volviendo a chocar con su mirada intensa intentando resolver algo para si mismo.

¿Qué acababa de pasar?

FallingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora